
Los enemigos del sueño infantil: regresiones, pantallas y llanto púrpura
Actualidad26/08/2025
REDACCIÓN
Dormir bien es fundamental para el crecimiento físico, emocional y cognitivo de los más chicos, pero no siempre resulta un proceso sencillo. “El sueño es un proceso activo, se construye con hábitos y se acompaña a lo largo de los años”, señaló la neuróloga infantil Sol Segura Matos. La especialista recordó que no se trata de “apretar un botón y quedarse dormido”, sino de un mecanismo biológico marcado por múltiples factores.


Uno de los fenómenos más frecuentes en bebés de entre 15 días y cuatro meses es la llamada “hora de las brujas” o llanto púrpura. Se trata de episodios de irritabilidad difícil de consolar que suelen presentarse al atardecer, vinculados a cólicos, sobrecarga sensorial y falta de descanso durante el día. En esos momentos, los padres también se desregulan y el cuadro se intensifica.
Las regresiones del sueño son otro factor común. Niños que venían durmiendo más horas de corrido pueden presentar interrupciones coincidentes con nuevas etapas de aprendizaje, como sentarse o caminar. “Lo que aprenden de día lo ejercitan de noche”, explicó Segura Matos, resaltando que es parte natural del crecimiento.
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A su vez, se diferencian pesadillas y terrores nocturnos, dos fenómenos que suelen confundirse. Las pesadillas aparecen en la fase REM y los chicos suelen recordarlas, mientras que los terrores nocturnos ocurren en el sueño profundo y dejan amnesia completa al día siguiente. En estos casos, los padres deben acompañar sin forzar un despertar.
El uso de pantallas antes de dormir también es una interferencia decisiva. “La luz azul suprime la melatonina y retrasa el inicio del sueño”, advirtió la especialista, al recomendar evitar dispositivos al menos una hora antes de acostarse. Además, los contenidos generan hiperactividad y dificultan la desconexión.
La importancia de las rutinas aparece como un eje central. Acciones simples como un baño, un cuento o la reducción de luces ayudan a anticipar el descanso. La previsibilidad brinda seguridad, aunque los especialistas destacan que es necesario un margen de flexibilidad para no generar ansiedad en los padres.
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Situaciones como mudanzas, la llegada de un hermanito o el proceso de destete también pueden alterar el sueño infantil. En esos casos, el acompañamiento cercano y la adaptación del entorno resultan claves. “Hay que entrenarse para ser flexibles y encontrar nuevas formas de ayudar al niño a conciliar el sueño”, subrayó la neuróloga.
Otros factores frecuentes son la salida de dientes, el reflujo o enfermedades respiratorias que interrumpen el descanso. También los ronquidos, pausas de respiración y movimientos anormales durante la noche requieren consulta médica. El sueño deficiente puede impactar en el aprendizaje, la atención y la conducta de los chicos.
Cada niño tiene necesidades distintas de descanso y lo importante es acompañar ese proceso con rutinas, paciencia y observación, evitando comparaciones con otros chicos. La construcción del hábito de dormir es parte del crecimiento y se moldea con el tiempo.
Fuente: LA NACION.
















