

La historia de Nick recorrió Brasil y emocionó al mundo. El perro mestizo caminó 12 kilómetros desde la granja donde vivía hasta el salón donde velaban a su cuidador.


Su dueño era Claudemir Cándido Luiz, conocido como Marola, un trabajador rural de 45 años que falleció de un paro cardiorrespiratorio. Su muerte dejó un vacío enorme en la familia y también en el animal.
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Durante diez años habían compartido rutinas en la granja. “Nick lo era todo para él”, contó su padre, Edvino, con la voz entrecortada. Para todos, el perro era parte del hogar.
El día del velorio, Nick salió solo de la granja y recorrió el camino de tierra hasta el salón. Nadie entendía cómo había llegado, pero lo cierto es que apareció en plena ceremonia.

La reacción sorprendió a todos: olfateó, se acercó al féretro, movió la cola suavemente y se echó al lado de Marola. Allí comenzó a llorar. “Fue triste de ver, estaba abatido”, recordó su cuñada Kátia.
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Las imágenes mostraron a Nick con la mirada baja, inmóvil, como si comprendiera lo que pasaba. Ese día no fue el perro celoso y arisco de siempre. Se mostró dócil, sereno y con un dolor visible.
Para la familia, su gesto se convirtió en un símbolo. “La fidelidad lo llevó hasta el tutor. Ni un ser humano puede demostrar tanto”, dijo Kátia. Su hermano José agregó: “Lo que queda son los buenos recuerdos”.
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Especialistas en conducta animal coincidieron en que los perros también atraviesan duelos. Explicaron que desarrollan vínculos emocionales tan fuertes que la ausencia de su tutor los lleva a buscarlo y expresar tristeza.
La imagen de Nick conmovió a todo Brasil. Medios locales y nacionales contaron su historia, que en redes fue celebrada como la muestra más pura de amor incondicional.
Fuente: A24


















