Santiago Caputo.
El golpe electoral en la provincia de Buenos Aires encendió alarmas dentro del oficialismo. En ese contexto, Santiago Caputo le propuso a Javier Milei un gabinete de “unidad nacional” para sumar dirigentes del PRO y del peronismo no kirchnerista. La idea apuntaba a oxigenar la gestión y correr a los Menem del centro de las decisiones.
Caputo se reunió a solas con el Presidente en el búnker de Gonnet. Allí sugirió que la jefatura de Gabinete quedara en manos del senador salteño Juan Carlos Romero, que dejará su banca en diciembre. También planteó reemplazar a Guillermo Francos por Joaquín de la Torre, en un intento de darle aire político al Ministerio del Interior.
El asesor avanzó incluso sobre nombres sensibles. Para Defensa propuso a Rodrigo de Loredo, que se perfila como voz radical cercana al oficialismo, mientras que en Seguridad apuntó a Guillermo Montenegro, intendente de General Pueyrredón. En Diputados, la jugada más fuerte: sacar a Martín Menem y darle la presidencia a Cristian Ritondo, jefe del PRO bonaerense.
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El plan buscaba mostrar apertura y tender puentes con sectores externos. Sin embargo, Karina Milei se plantó con dureza y frenó cualquier movimiento. En reuniones reservadas con su hermano, repitió una frase terminante: “Yo no entrego a mi gente, sigo con ellos hasta el final”. La secretaria general del Gobierno impuso su peso político y cerró la puerta a la salida de los Menem.
La tensión interna se trasladó al gabinete. En dos encuentros donde se esperaba algún anuncio, el vocero Manuel Adorni apenas comunicó la creación de una “mesa política” que ya existía y que integran los mismos nombres de siempre: Milei, Karina, Francos, Caputo, Bullrich, Menem y Adorni. No hubo cambios y el malestar creció.
En paralelo, el mercado encendió otra señal roja. El dólar volvió a dispararse y se esfumaron reservas del Tesoro. Un funcionario económico reconoció la fragilidad del momento con una advertencia brutal: “Javier tiene 72 horas para hacer los cambios, después nos lleva puesto el mercado”.
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El ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, intentó transmitir calma. “No hay crisis económica, es todo ruido político”, repitió ante sus colaboradores. Puso como ejemplo que el dólar no alcanzó los $2.000 ni las tasas superaron los dos dígitos. Pero en los despachos financieros la lectura es otra: el margen de maniobra se achica y el Gobierno corre contra el tiempo.
Las 72 horas mencionadas por operadores y analistas no son caprichosas. Representan el cálculo de cuánto puede resistir el Tesoro sin tocar las reservas “alquiladas” del FMI. “Si se usan, sería una señal de game over”, graficó un economista.
La pulseada interna entre Caputo y Karina Milei deja al Gobierno en un laberinto. La propuesta de unidad nacional no prosperó, los Menem se mantienen en sus cargos y la presión del mercado crece con cada jornada. El oficialismo intenta mostrar control, pero la crisis política y económica avanza a la par.
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