Marte
El anuncio de la NASA sacudió al mundo académico y político: una roca recogida por el rover Perseverance podría contener señales de vida microbiana antigua en Marte. La publicación en Nature mostró indicios fuertes, aunque los expertos aclararon que la única manera de confirmarlo es con estudios en laboratorios terrestres.
La roca, llamada Cañón Zafiro, fue extraída en 2024 del cráter Jezero. “Es la evidencia más sólida hasta ahora de que Marte pudo haber sido habitable”, aseguró Katie Stack Morgan, del Laboratorio de Propulsión a Chorro. El entusiasmo fue inmediato, aunque la cautela científica también se hizo sentir: aún no se descartan explicaciones puramente geológicas.
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La NASA y la Agencia Espacial Europea diseñaron el programa Mars Sample Return para traer las rocas, pero el plan original quedó bajo fuego. El costo estimado superaba los 11.000 millones de dólares y la llegada recién estaba prevista para 2040. Bill Nelson, ex administrador de la agencia, lo calificó como “simplemente inaceptable”.
Frente a ese panorama, se barajan dos alternativas. Una apuesta por la tecnología probada de la grúa aérea, la misma que permitió el descenso de Curiosity y Perseverance. La otra busca apoyo privado: SpaceX y Blue Origin ya figuran como posibles socios para llevar módulos pesados al planeta rojo.
El problema central es la atmósfera marciana, demasiado densa para entrar sin escudo pero demasiado fina para frenar solo con paracaídas. De ahí que cada propuesta combine cohetes, sistemas mecánicos de precisión y nuevas fuentes de energía más robustas que los paneles solares.
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Según la experta Nicky Fox, si se aprueban estas modificaciones, las muestras podrían llegar entre 2035 y 2039 con un presupuesto reducido a 7.700 millones de dólares. Eso significaría acortar años de espera y abaratar la misión a la mitad.
El dilema, sin embargo, no se limita a lo técnico. La decisión de la administración Trump de cancelar el plan inicial dejó heridas políticas. Hoy, la NASA promete resolver la competencia entre las dos opciones en 2026. Mientras tanto, los ingenieros prueban la factibilidad en el Laboratorio de Pasadena.
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Para los investigadores, el objetivo trasciende los números. Traer a la Tierra fragmentos de un planeta habitable abriría la puerta a estudios imposibles en un rover, desde análisis isotópicos hasta exploraciones microscópicas con instrumentos gigantescos. Esa diferencia es la que puede transformar una sospecha en una certeza.
La apuesta no es menor: “Estas muestras tienen el potencial de cambiar nuestra comprensión de Marte, nuestro universo y, en última instancia, de nosotros mismos”, advirtió Nelson. El regreso de las rocas marcianas sigue en suspenso, pero nunca antes la humanidad estuvo tan cerca de responder si alguna vez hubo vida más allá de la Tierra.
Fuente: NASA / Nature
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