Drones agrícolas se suman a la lucha contra el avance de la tucura sapo en la cordillera

La tucura sapo, un insecto que durante décadas se concentró en la meseta, ahora invade campos de la precordillera y preocupa a los productores de Chubut. En zonas como Tecka, El Maitén y Gobernador Costa ya se detectan nacimientos masivos, con una expansión que amenaza cientos de miles de hectáreas. Frente a esta situación, comienzan a implementarse métodos innovadores que buscan responder con mayor rapidez a un problema que crece año tras año.

La empresa Huella Cero, con base en Trevelin, inició en los últimos días pruebas piloto con drones agrícolas en conjunto con técnicos del INTA. El objetivo es evaluar la efectividad de estas herramientas aéreas en estancias de la región, donde el relieve irregular y los cañadones dificultan el ingreso de equipos terrestres. “Comenzamos pruebas la semana pasada en Estancia Tecka y Estancia Cronómetro”, explicó Ricardo Green, responsable de la firma, quien agregó: “El rociado ronda los 30 dólares por hectárea y podemos cubrir unas 150 hectáreas por día”.

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Los drones permiten acceder a zonas complejas y operar sin contacto directo de los trabajadores con los productos químicos, lo que representa una diferencia central con los métodos tradicionales. Hasta ahora, la mochila de espalda era la opción más utilizada, con un esfuerzo físico importante y una exposición que en muchos casos terminaba en accidentes o intoxicaciones. Con el sistema aéreo, en cambio, se gana en rapidez y seguridad, algo que resulta vital cuando el avance de la plaga no da tregua.

El esquema de trabajo se apoya en el conocimiento de los productores, que señalan los sectores más afectados y marcan límites naturales como arroyos, callejones o alambrados. A partir de esos datos, los técnicos programan los equipos para que realicen el rociado sin necesidad de mapeos previos detallados. “Es algo que hay que hacer muy rápido porque la dinámica de la tucura y el clima no permiten perder tiempo”, detalló Green, subrayando que lo ideal sería un relevamiento completo, pero que en este momento la urgencia obliga a priorizar la acción.

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El control se lleva adelante con productos recomendados por SENASA, como cipermetrina y deltametrina, que ya demostraron efectividad en otros contextos. Según los especialistas, factores como las heladas o el viento inciden en la eficiencia de la aplicación, ya que pueden modificar la llegada del químico al suelo. Sin embargo, la posibilidad de mover la base y ajustar horarios de trabajo permite sostener la tarea en condiciones aceptables y asegurar impacto directo sobre las colonias de insectos.

La presencia de la tucura en sitios donde antes no existía genera alarma adicional. En estancias de la cuenca del arroyo Tecka, por ejemplo, ya se registran nacimientos al oeste, en sectores que antes funcionaban como barrera natural. Lo que hasta hace pocos años parecía contener a la plaga, hoy ya no es suficiente, y los productores advierten que los lotes afectados aumentan en extensión y densidad poblacional de manera acelerada.

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El equipo de Huella Cero está conformado por tres operarios, dos drones y una unidad base equipada para trabajar en zonas sin servicios básicos. La logística incluye traslado de agua y sistemas de comunicación propios, lo que les permite instalarse en campos alejados y mantener un ritmo sostenido de aplicación. La versatilidad y rapidez de esta estructura nómade es vista como un diferencial frente a los métodos convencionales, que requieren mayor infraestructura y tiempo de preparación.

“Es un problema que crece año a año y obliga a buscar soluciones innovadoras”, sostuvo Green, quien remarcó que la herramienta aérea no solo mejora la eficiencia sino también las condiciones de seguridad para quienes deben realizar el control. “La posibilidad de cubrir grandes extensiones en poco tiempo marca una diferencia y abre una expectativa para productores que en muchos casos habían dejado de fumigar por falta de recursos y por los riesgos que implicaba”, agregó.

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Con el avance de la tucura en Chubut, la combinación entre experiencia local, tecnología y articulación con instituciones como el INTA aparece como la apuesta más concreta para contener una plaga que amenaza la producción agropecuaria. Los resultados de estas pruebas piloto definirán el rumbo de un modelo que podría convertirse en referencia regional en la lucha contra el insecto.