Ciencia e industria se unieron para crear un yogur infantil más nutritivo y accesible

En la Argentina, la situación nutricional de la infancia muestra una paradoja inquietante: casi el 70% de los chicos no alcanza la ingesta recomendada de calcio y más del 95% no llega a cubrir la de vitamina D, lo que genera riesgos que van desde caries y fatiga hasta osteoporosis en la adultez. Frente a este escenario, la ciencia y la industria alimentaria encontraron un punto de encuentro.

Durante más de un año, profesionales de pediatría, gastroenterología, microbiología y nutrición infantil, nucleados en PROFENI, acompañaron la renovación de la receta de un yogur emblemático. El objetivo fue adaptar su composición a las necesidades reales de los más pequeños, con una mirada integral que contemplara lo nutricional, lo social y lo cultural.

El producto final mantuvo su matriz láctea fermentada, reconocida por su aporte de calcio y vitamina D, pero sumó probióticos con beneficios comprobados para la salud digestiva y el sistema inmunológico, transformándose en un alimento balanceado, sin sellos de advertencia y con una textura adecuada para la infancia.

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El Dr. Omar Tabacco, jefe del Servicio de Gastroenterología del Sanatorio de Niños de Rosario, subrayó: “Más allá del resultado, lo valioso fue el proceso. No se trató de una revisión técnica aislada, sino de una construcción conjunta basada en la evidencia disponible y en las brechas que era necesario cubrir”.

A su vez, la Dra. Mabel Carosella, médica pediatra y directora del Grupo Pediátrico Belgrano R, sostuvo: “Nos involucramos desde el primer momento porque estamos convencidos de que la salud pública también se construye en los espacios donde se definen los alimentos que llegan a la mesa”.

El trabajo derivó en el lanzamiento del primer yogur infantil sabor natural, un paso pensado para acostumbrar progresivamente al paladar a opciones más saludables y al mismo tiempo alinear el producto con las Guías Alimentarias nacionales. Se ajustaron procesos y proporciones, se eliminaron edulcorantes y se garantizó un perfil nutricional equilibrado.

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El especialista en Nutrición Alberto Arribas, presidente de la Asociación Civil Supersaludable, remarcó: “Muchas veces vemos con preocupación que los más chicos consumen alimentos de baja calidad. Participar en estos proyectos nos permite acercar versiones mejoradas y alineadas con lo que sugerimos en el consultorio”.

La transparencia fue uno de los ejes centrales. El proceso incluyó un intercambio honesto y basado en la evidencia científica, lo que permitió incorporar criterios éticos, libertad técnica y voluntad de mejora como condiciones indispensables para avanzar.

La nutricionista pediátrica Sandra Nora Blasi sintetizó el espíritu de la experiencia: “Un alimento es adecuado no solo por lo que aporta en nutrientes, también debe ser aceptado en la vida cotidiana. Este proyecto mostró que, con mirada multidisciplinaria, se pueden lograr mejoras reales y medibles en un producto concreto”.

Fuente: NA.