La ONU advierte que el ciclo del agua se vuelve extremo y amenaza al planeta

El planeta vive un tiempo de extremos. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) de Naciones Unidas advirtió que el ciclo del agua está cada vez más alterado y peligroso. La combinación de sequías prolongadas e inundaciones repentinas genera un impacto directo en la vida de millones de personas.

La advertencia llega en un contexto crítico. El informe de la OMM confirma que 2024 fue el año más caluroso jamás registrado, con consecuencias visibles en todos los continentes. Los fenómenos hídricos extremos ya afectan la agricultura, la energía, la salud y las economías.

La secretaria general de la OMM, Celeste Saulo, sintetizó la gravedad del panorama. “Los recursos hídricos mundiales están sometidos a una presión creciente, mientras se intensifican los fenómenos extremos relacionados con el agua”, afirmó.

Los datos son contundentes. Solo un tercio de las cuencas fluviales del mundo mantuvo valores normales durante 2024. El resto mostró desvíos extremos que impactaron en cultivos, reservas de agua potable e infraestructuras.

El deshielo se transformó en una señal visible del cambio. En un solo año se perdieron 450 gigatoneladas de hielo, volumen equivalente a 180 millones de piletas olímpicas. Esa pérdida elevó el nivel del mar en 1,2 milímetros.

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La tendencia no es nueva. Desde 1970, los glaciares del planeta ya perdieron 9000 gigatoneladas de hielo, lo que provocó un aumento de 25 milímetros en los océanos. La amenaza para las zonas costeras se multiplica.

Los ejemplos regionales muestran la magnitud del problema. En Sudamérica, incluida la cuenca amazónica, y en el sur de África, las sequías prolongadas arrasaron cosechas y redujeron reservas de agua potable. Mientras tanto, Europa registró sus peores inundaciones desde 2013 y Asia sufrió ciclones devastadores.

Las lluvias récord también dejaron cifras humanas. En el Pacífico y Asia, los fenómenos climáticos extremos causaron más de 1000 muertes durante 2024, además de daños millonarios en infraestructura y producción agrícola.

La presión sobre el recurso es cada vez más evidente. Hoy, 3600 millones de personas tienen acceso insuficiente al agua al menos un mes al año. Para 2050, la cifra superará los 5000 millones, según las proyecciones del organismo.

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El director de hidrología de la OMM, Stefan Uhlenbrook, explicó una paradoja inquietante. “La cantidad total de agua en el planeta permanece constante, pero los continentes pierden cada vez más por el deshielo y la sobreexplotación de acuíferos”, señaló.

El impacto no se limita a los números. La agricultura, que consume entre el 75 y 90% del agua disponible, se vuelve cada vez más vulnerable. El informe advierte que sin una gestión eficiente, millones de hectáreas productivas quedarán en riesgo permanente.

Las recomendaciones apuntan a medidas inmediatas. La científica Sulagna Mishra propuso optimizar el uso del agua en la agricultura, reutilizar recursos disponibles y gestionar de forma racional los acuíferos. La urgencia ya no es teórica: es práctica.

El escenario también compromete la salud pública. La escasez de agua potable y la contaminación de fuentes elevan los riesgos de enfermedades. El informe advierte que las poblaciones más vulnerables serán las más golpeadas por la crisis hídrica.

La OMM concluye que lo que antes parecía un problema a futuro ya forma parte de la vida cotidiana. Sequías, inundaciones y deshielo son hoy parte de un mismo patrón: un ciclo del agua cada vez más extremo, que redefine la forma de vivir en el planeta.