Desde un templo dorado a un Tesla: los objetos insólitos que orbitan el espacio

Otros Temas03/10/2025Ignacio SandobalIgnacio Sandobal
Basura espacial
Basura espacial

La carrera espacial ya no se limita a satélites, cohetes o astronautas. El impulso de dejar huella llevó a la humanidad a enviar al espacio objetos tan inesperados como templos religiosos, cenizas humanas, fragmentos fósiles y hasta automóviles. En las últimas décadas, esa mezcla de ambición, fe y espectáculo transformó la órbita terrestre en un escenario donde conviven símbolos culturales y extravagancias personales.

Uno de los casos más recientes ocurrió en diciembre de 2024, cuando un cohete despegó con un pequeño templo budista cubierto en lámina dorada. En su interior viajaba una figura de Buda acompañada por un mandala. Aunque la misión no logró estabilizarse en órbita, alcanzó más de 110 kilómetros de altitud, lo suficiente para que el Dainichi Nyorai, el Buda del Cosmos, se convirtiera en visitante del espacio exterior por primera vez.


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La tendencia no se detuvo ahí. Desde 1994, la empresa Celestis envía al espacio cenizas y ADN de personas y mascotas. En 1997 organizó el “Founders Flight”, donde viajaron los restos cremados de veinticuatro personas, incluida Gene Roddenberry, creadora de Star Trek. Aunque las cápsulas regresaron cinco años después, para las familias fue un modo de alcanzar la inmortalidad simbólica. La práctica se extendió incluso a animales, como en el intento fallido de 2024 que transportaba cenizas de Roddenberry junto con las de un perro llamado Indica-Noodle Fabiano.

La ciencia también tuvo sus gestos simbólicos. En 2014, la NASA llevó un fragmento de hueso de Tyrannosaurus rex en la nave Orion, recordando la historia de la vida en la Tierra en pleno viaje al espacio. La tradición viene de más lejos: la misión Apollo 15 en 1971 dejó en la Luna una placa en homenaje a astronautas fallecidos. El anhelo de inmortalidad y la necesidad de recordar a los pioneros atravesaron las fronteras de la ciencia y se colaron en la carrera espacial.

El fenómeno también se conecta con lo que el biólogo Ernst Mayr llamó “efecto fundador”. Los primeros en llegar, los que dejan la primera marca, se convierten en referentes históricos. Enviar restos, placas o huesos de dinosaurios es parte de ese mismo impulso: ser los primeros, trascender el tiempo y marcar territorio en un espacio aún incierto.


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No todos los experimentos fueron solemnes. Algunos rozaron lo absurdo. En 1986, el MIT transmitió “Poetica Vaginal”, una señal basada en contracciones vaginales, dirigida a la constelación de Eridanus. El proyecto fue frenado por la Fuerza Aérea de Estados Unidos, que controlaba las instalaciones de transmisión. Años después, en 2010, otro envío bizarro llamó la atención: una invitación a una ópera klingon, escrita en el idioma ficticio de Star Trek, viajó hasta la estrella Arcturus.

Quizás el caso más recordado sea el de 2018, cuando Elon Musk sorprendió al mundo al lanzar un Tesla Roadster color rojo cereza con un maniquí en el asiento del conductor. La radio del auto reproducía “Space Oddity” de David Bowie mientras el vehículo quedaba en órbita solar, cruzando la trayectoria de Marte y alejándose a millones de kilómetros de la Tierra. Más que un espectáculo, fue una declaración de intenciones sobre el futuro de la exploración espacial.


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Estos gestos no son solo excentricidades. Depositar objetos fuera del planeta equivale a marcar territorio, como quien deja una bandera o una señal para reclamar un lugar. En la visión de muchos, la Luna, Marte y los asteroides no son solo escenarios científicos, sino también culturales y comerciales, donde los símbolos anticipan disputas por recursos y presencia.

Al final, cada objeto enviado —desde un templo dorado hasta un fósil prehistórico o un deportivo de lujo— representa una misma pulsión: hacer saber que estuvimos aquí. Más allá de la ciencia y de los experimentos, estos lanzamientos son mensajes, recordatorios y advertencias que condensan la voluntad humana de ocupar y transformar el cosmos, aun sin saber exactamente cómo lo hará.

Fuente: Infobae

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