César Rigamonti con una historia muy particular y emotiva

La noche del ascenso de Gimnasia y Esgrima de Mendoza tuvo un protagonista indiscutido: César Rigamonti. El arquero cordobés, de 38 años, fue la gran figura de la definición por penales frente a Deportivo Madryn, atajando dos remates decisivos que le permitieron al Lobo sellar su regreso a la Liga Profesional. Pero además de su actuación determinante, Rigamonti vivió un momento profundamente emotivo que dejó una huella en todos los presentes.

“Estas lágrimas son de él”, dijo, conmovido, en referencia a su padre fallecido, a quien le dedicó la consagración entre lágrimas. Fue el gesto más humano y desgarrador de una noche cargada de emociones, donde el arquero no solo logró el objetivo deportivo, sino que también tuvo su revancha personal tras un año repleto de obstáculos.

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Semanas atrás, Rigamonti le había dicho a sus compañeros que imaginaba un partido cerrado, sin goles, y una definición por penales donde él fuera protagonista. “No lo soñé, pero lo visualicé así”, confesó. Y así fue. En un duelo tenso y parejo, el 0-0 se mantuvo hasta el final y todo se resolvió desde los doce pasos.

Tras el pitazo, el arquero no ocultó el desahogo y habló con el corazón en la mano. “Fue un año duro, pasé momentos feos. Gracias a Dios pude coronarlo así”, expresó, entre lágrimas. Luego agregó: “Esto también es de mi mujer, que se bancó todo con las nenas allá mientras yo vivía solo en Mendoza”.

El arquero, surgido en Belgrano, también tuvo palabras para sus compañeros y el cuerpo técnico. “Lo trabajamos con el staff de arqueros, con Paolo, Lautaro y Petrucci”, explicó, haciendo foco en la preparación previa. “Esto fue un laburo en equipo. Y salió como lo pensamos”, destacó con orgullo.

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Rigamonti fue ovacionado por los hinchas de Gimnasia que colmaron el estadio. En una noche inolvidable, se convirtió en el símbolo del ascenso. No solo por sus atajadas, sino por lo que representa: entrega, compromiso y resiliencia.

En el final de su testimonio, le habló a la gente del club. “Estoy muy feliz de haber podido ayudar a que esta institución vuelva al lugar que merece”, dijo. El arquero cerró con una frase que resume su historia: “Este ascenso es para toda la gente de Gimnasia, que nunca dejó de creer”.

Con esta victoria, Gimnasia de Mendoza retorna a la elite del fútbol argentino. Y lo hace de la mano de un arquero que no solo se preparó para atajar penales, sino que también cargó con emociones, ausencias y una promesa cumplida.