Lord Howe: la isla que detuvo el turismo masivo y vive como hace 40 años

Turismo16/10/2025Sergio BustosSergio Bustos
lord rowe
Isla Rowe.

En el corazón del Pacífico, a 600 kilómetros de la costa este de Australia, se esconde Lord Howe, una isla que decidió ir a contramano del turismo global. Con apenas 11 kilómetros de extensión y un cupo estricto de 400 visitantes por año, este pequeño territorio ha logrado mantener un ecosistema casi intacto. Sus 400 habitantes comparten con orgullo un entorno que parece detenido en el tiempo.

“Es lo que no está aquí lo que ofrece esa experiencia; por eso es tan único”, explicó Lisa Makiiti, isleña de sexta generación. No hay multitudes, ni tráfico turístico ni ruido urbano. Solo montañas verdes, playas blancas y el murmullo de la fauna local.

La medida que cambió su historia se tomó hace más de cuatro décadas: limitar las camas disponibles para turistas. “El objetivo es minimizar los impactos ambientales y generar una relación uno a uno entre visitantes y locales”, detalló Darcelle Matassoni, de la Junta de la Isla. Gracias a esta decisión, Lord Howe es Patrimonio de la Humanidad desde 1982.


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Viajar hasta allí no es simple ni barato. Los pasajes aéreos desde Sídney superan los 666 dólares y el alojamiento puede alcanzar los 3.000 por noche en temporada alta. “Bowker tiene reservas hasta bien entrado 2026”, aseguró Makiiti, quien dirige uno de los hospedajes más demandados.

La isla es un santuario natural: el 85% de su superficie está cubierta por bosque nativo, y un 70% integra una reserva donde toda urbanización está prohibida. Las selvas tropicales rebosan de especies únicas, y la barrera coralina más austral del planeta reúne más de 500 especies marinas. A pocos minutos en barco, los visitantes llegan a Ball’s Pyramid, el farallón marino más alto del mundo.

La conservación es parte de la vida cotidiana. Cada equipaje pasa por inspección con perros rastreadores que buscan ratas y ranas, no drogas. Hay estaciones para lavar botas antes de cada sendero y se erradicaron animales invasores. Desde 1982 no se permiten nuevos gatos domésticos. La eliminación de roedores en 2019 permitió que especies autóctonas, como la gallina de bosque, multiplicaran su población por diez.

“Vivir en Lord Howe es como vivir dentro de un documental de David Attenborough”, graficó Ian Hutton, naturalista y curador del museo local. No hay telefonía móvil, el internet es limitado y muchas casas siguen con las puertas abiertas. La electricidad proviene en un 80% de energía solar y los residuos se reutilizan o compostan. El costo de vida es alto, pero el trueque y la agricultura local fortalecen el tejido comunitario.

“Cuanto más podamos mantenerlo único, más únicos seremos en el mundo”, resumió Anthony Riddle, cervecero local. En Lord Howe, la sostenibilidad no es una consigna: es la manera de vivir.

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