Efecto Shein: importaciones en salto récord por dólar planchado y riesgo de un superávit más chico

Actualidad20/11/2025Sergio BustosSergio Bustos
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Shein impacta en la balanza comercial.

La economía atraviesa un momento extraño: números que parecen buenos en el corto plazo, pero que esconden tensiones de fondo. Octubre fue uno de los meses de mayor intercambio comercial del año y dejó un superávit de u$s800 millones. Sin embargo, detrás de ese dato se combinan elementos que no lucen sostenibles. Es el llamado “efecto Shein”, un boom de importaciones empujado por el dólar planchado y por la expectativa de una devaluación que nunca llegó.

Ese combo se potenció con el “efecto Scott Bessent”, el asesor del US Treasury que colaboró con el Gobierno para mantener el dólar mayorista bajo control durante el tramo final de la campaña electoral. El tipo de cambio llegó a $1.490 —cerca del techo de la banda— y después se desinfló hasta los $1.400 por el ingreso de dólares financieros.

Con ese dólar atrasado y el clima preelectoral, las empresas importadoras adelantaron compras de forma masiva. La duda sobre una corrección cambiaria llevó a consumidores y firmas a abarrotarse de pedidos, especialmente de bienes de consumo y autos, que ya suman 24,3% de las compras externas, seis puntos más que hace un año. Dentro de ese paquete se ubican desde ropa hasta electrónica, un fenómeno que empresarios definen como una “mini invasión importada”.

El contraste es evidente: los bienes de capital representan apenas 18,7% del total, un número que desafía el discurso oficial. Luis “Toto” Caputo suele decir que no le preocupa un aumento de importaciones porque lo entiende como señal de recuperación económica. Pero esa teoría pierde fuerza cuando la industria lleva cuatro caídas consecutivas —según FIEL— y las compras externas se concentran en productos finales, no en insumos ni maquinaria.


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Los datos lo muestran sin margen de interpretación: los bienes de consumo final crecen 49% anual, mientras que los bienes de capital apenas avanzan 20%. Para los industriales locales, la combinación de aranceles bajos y dólar retrasado se convirtió en una amenaza directa.

Del lado de las exportaciones, octubre trajo alivio. El agro aportó u$s4.689 millones, y en dos meses acumuló u$s9.696 millones gracias al período de retenciones cero. Ese marco regulatorio generó un adelantamiento masivo de ventas —“sojadólares” incluidos— que no será repetible. Cuando llegue el verano, advierten analistas, el ingreso del campo bajará porque buena parte de la mercadería ya se liquidó.

Incluso el trigo, que promete una buena cosecha, enfrenta precios internacionales deprimidos: u$s200 por tonelada, lejos de los picos del año. Y con un dólar más bajo, los productores reciben apenas u$s178, un monto que desalienta operaciones rápidas y alimenta la expectativa de que el tipo de cambio volverá a corregirse.

Aun así, hay un sector que sigue marcando el rumbo del ingreso de divisas: el petróleo, que dejó u$s913 millones en octubre y acumula u$s9.019 millones en el año. Con importaciones de gas por u$s2.951 millones, el balance energético sigue firme y con perspectiva ascendente.


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Las proyecciones del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central muestran que el año cerraría con u$s8.287 millones de superávit comercial. Hasta ahora, el acumulado es de u$s6.846 millones. Para cumplir ese pronóstico, se necesitarían exportaciones por u$s6.620 millones mensuales en el último bimestre y una baja de las importaciones hasta u$s5.900 millones.

Los analistas consideran plausible la caída exportadora —estimada en 17%—, pero dudan de que las importaciones bajen 20% en un contexto de dólar quieto, Navidad y empresas aprovechando precios baratos en el exterior. Todo indica que seguirán cerca de los u$s7.000 millones mensuales.

En síntesis: el superávit no está en riesgo, pero podría ser más chico de lo previsto. Y como el rubro servicios sigue drenando dólares por turismo y compras digitales, la cuenta corriente sí quedará en déficit.

Ese será el gran debate de 2026. El Gobierno ya admite que el desbalance de dólares podría superar u$s5.700 millones, aunque asegura que será compensado con inversiones financieras y capitales extranjeros. Caputo incluso sostiene que es más fácil acumular reservas con déficit de cuenta corriente que con equilibrio.

Es una visión que genera debate y que el propio FMI mira con recelo. Mientras tanto, el dólar sigue planchado, las importaciones avanzan y el “efecto Shein” se convierte en un termómetro inesperado de una economía que respira por capas.

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