

El mundo de la música despide a una figura irrepetible. Ornella Vanoni murió este sábado en su hogar de Milán, a los 91 años, según confirmaron medios italianos. Su voz, su ironía y una presencia escénica inigualable la instalaron como un ícono que permaneció vigente hasta el final.


Vanoni fue considerada “inalcanzable” dentro de la cultura italiana, una artista que combinó elegancia, humor y una sensibilidad musical que la distinguió durante casi siete décadas. En sus últimos años volvió a conectar con nuevas audiencias gracias a su carisma en televisión y a un disco grabado para celebrar su cumpleaños número 90.
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Su historia artística comenzó en el Piccolo Teatro de Milán, donde Giorgio Strehler la convirtió en su pareja y musa. Allí nació el repertorio que la impulsó a la fama, en colaboración con Darío Fo, y que quedó inmortalizado en “Le canzoni della Mala”.
Después de esa etapa, se integró a la Escuela Genovesa de cantautores y vivió un romance con Gino Paoli, una relación que inspiró la célebre “Senza fine”, uno de los grandes clásicos de la música italiana.
El salto definitivo a la escena internacional llegó con la grabación del álbum “La voglia la pazzia l’incoscienza e l’allegria”, realizado junto a Vinicius de Moraes y Toquinho. Ese trabajo impulsó la Bossa Nova dentro de Italia y consolidó a Vanoni como una voz capaz de cruzar fronteras sin perder identidad.
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A lo largo de su carrera se convirtió en referente para generaciones de artistas y fue la primera mujer en recibir el Premio Tenco a “mejor cantautora”, un reconocimiento que marcó su influencia en la música de autor.
El adiós a Ornella Vanoni deja un vacío profundo, pero su obra —eterna, luminosa y diversa— seguirá sonando en cada rincón del mundo.

















