Dinosaurios en la Amazonía: el hallazgo que reescribe el mapa prehistórico
Otros Temas27/11/2025
REDACCIÓN
Fósiles en Amazonía
El hallazgo en la cuenca del Tacutu cambió una idea instalada durante décadas sobre la Amazonía. Por primera vez, aparecieron rastros concretos que muestran que aquel paisaje húmedo y cambiante conservó la marca de animales que dominaron el continente hace más de 100 millones de años. La sorpresa llegó con una secuencia de huellas que rompió cualquier pronóstico previo.
Las pisadas estaban en Bonfim, cerca de la frontera con Guyana, donde un equipo de la Universidad Federal de Roraima vio algo que no cuadraba con el relato tradicional. Eran más de diez huellas fosilizadas con más de 103 millones de antigüedad. Lo que parecía un terreno incapaz de guardar su historia reveló un capítulo desconocido de la prehistoria sudamericana.
Las marcas mostraban la presencia de distintos grupos y eso encendió todas las alarmas científicas. Aparecían rastros que corresponderían a rapaces ágiles, herbívoros bípedos y dinosaurios acorazados con placas óseas en el cuerpo. Nadie podía precisar especies exactas, pero el mosaico dejaba una imagen contundente: el ecosistema era mucho más diverso de lo que se creía.
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Las huellas reavivaron preguntas en torno a cómo ese rincón amazónico resistió la erosión, la humedad y el paso del tiempo. El investigador Lucas Barros explicó que el Tacutu funcionaba como un valle lleno de canales que dejaban capas de lodo muy espesas. Con el tiempo, ese barro se endurecía, quedaba sepultado y se convertía en roca resistente.
“El Tacutu habría sido un valle con varios canales fluviales que corrían juntos. Era un lugar con abundante agua y vegetación”, dijo Barros. Ese ambiente, según él, permitió impresiones profundas que lograron sobrevivir millones de años bajo los sedimentos que fueron cubriendo la zona.
La preservación también dependió de una franja de vegetación tipo sabana que hoy sigue visible en la región.Esa área más abierta dejó al descubierto afloramientos rocosos que, en otros sectores de la selva, quedarían ocultos o degradados por la humedad extrema. Gracias a esa ventana natural, los investigadores detectaron fósiles de plantas, invertebrados, troncos petrificados e impresiones de hojas.
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La historia del descubrimiento se estiró durante once años y comenzó mucho antes de que el hallazgo tomara forma. En 2014, estudiantes de geología habían visto las marcas, pero la falta de especialistas y de recursos frenó cualquier avance. Temían que el material fuera apropiado por otros equipos y optaron por guardar silencio hasta tener respaldo académico.
El trabajo se reactivó en 2021, cuando Barros revisó el material con apoyo del paleontólogo Felipe Pinheiro. Con técnicas modernas, como la fotogrametría, crearon modelos 3D que revelaron zonas nuevas y ampliaron el alcance del registro. La cuenca del Tacutu, según sus estimaciones, podría contener cientos de huellas aún ocultas.
El avance científico convive con tensiones sociales en la región, donde algunos propietarios temen conflictos por el acceso a sus tierras. Aun así, el grupo de la UFRR continúa acuerdos para mantener la investigación. El hallazgo obliga a revisar el mapa fósil del continente y muestra que bajo la Amazonía existe un registro prehistórico que recién empieza a revelarse.
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