La pobreza bajó, pero la UCA advierte que la mejora es frágil y no cambia el mapa social

La UCA difundió su último informe sobre pobreza y trazó una radiografía compleja del presente social. El indicador bajó al 31,8% y muestra una mejora respecto del pico del 44,7% registrado en 2023, aunque el Observatorio advierte que la reducción no se sostiene sobre bases firmes y responde en parte a ajustes metodológicos y a la estabilización reciente de precios.

El documento expone que el impacto del ajuste 2023-2024 dejó consecuencias severas. “No importa quién gobernó durante todo este periodo: hay un proceso agotado”, afirmó Agustín Salvia, director del Observatorio, al señalar la falta de inversión, la caída de la producción y la ausencia de empleo pleno como ejes del deterioro.

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La caída de la pobreza, de todos modos, convive con brechas intensas entre sectores. El estrato más vulnerable registra un 71,8% de personas pobres, mientras que el segmento medio alto apenas alcanza el 3,5%. La distancia social se refleja con claridad en los hogares con niños: allí la pobreza trepa al 58,9% y la indigencia llega al 14,9%, lo que indica que casi uno de cada seis chicos no accede a la canasta alimentaria.

Otro punto crítico es la persistencia de la pobreza crónica. El 29,9% de los hogares que eran pobres en 2024 continúan en la misma situación en 2025, una señal del arraigo estructural del problema.

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El mercado laboral refuerza este cuadro. Más de la mitad de los trabajadores no realiza aportes jubilatorios y la informalidad avanza como principal forma de subsistencia. Para Salvia, el diagnóstico es tajante: “En Argentina no crece el desempleo: no hay empleo. Lo que sube son las changas y el autoempleo de subsistencia”.

Con este escenario, la UCA concluye que la baja en la pobreza no implica una recomposición real de las condiciones de vida. El informe señala que la estructura social continúa tensionada y que los sectores más golpeados siguen lejos de un horizonte de mejora sostenida.