LatAm sumaría hasta 1 millón de barriles por día en 2026 y mete presión

Actualidad08/12/2025Sergio BustosSergio Bustos
vaca muerta record
Vaca Muerta sigue creciendo.

América Latina quedó señalada para 2026 como uno de los grandes motores del crecimiento petrolero fuera del bloque OPEP+. En ese mapa, Argentina, Brasil y Guyana aparecieron como los nombres que más podían empujar oferta en un mercado que ya venía con inventarios elevados y precios bajo presión.

JPMorgan proyectó que esos tres países sumarían entre 750.000 y 1 millón de barriles diarios adicionales el año próximo, con un combo bien marcado: nuevos sistemas de producción flotante en Brasil y Guyana, más el empuje sostenido de Vaca Muerta en Argentina.

El banco advirtió que esa expansión tensaría el equilibrio global si la OPEP+ no respondía con recortes extra. En ese escenario, la entidad puso un número que hizo ruido: un Brent arrastrado hacia la zona de US$50 por barril, empujado por el exceso de oferta y el peso de los inventarios.

La proyección incluyó un dato que, de confirmarse, reordenaría el tablero. Por primera vez, en 2026 la oferta total de países no-OPEP+ podría superar a la del bloque liderado por Arabia Saudita, con un núcleo de productores que aportaría gran parte del aumento: Estados Unidos, Brasil, Canadá, Guyana, Argentina y Noruega.


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Brasil encabezaría el crecimiento regional por el avance de proyectos offshore y la incorporación de nuevos FPSO ya aprobados, una dinámica que suele sostenerse por años una vez que las inversiones se activan y los cronogramas quedan atados a obras de largo plazo.

Guyana también jugó fuerte en esa lectura por la economía del bloque Stabroek operado por ExxonMobil, con puntos de equilibrio bajos que, según JPMorgan, vuelven muy difícil frenar esos proyectos una vez que reciben luz verde.

En Argentina, la apuesta se concentró en Vaca Muerta como la “frontera shale” sudamericana. El país ya venía con un salto productivo y con la idea de sostener el ritmo en los próximos años, aun con un entorno internacional menos amigable.

El punto que cambió la escala fue la infraestructura. Informes del sector describieron que el proyecto Vaca Muerta Sur, impulsado por un consorcio liderado por YPF, comenzaría a operar en 2026 con una capacidad inicial estimada en 180.000 barriles diarios, con subas posteriores. A la par, otras obras de transporte buscarían ampliar la salida de crudo hasta acercarse a 1,3 millones de barriles diarios de capacidad de evacuación en el mediano plazo.

En ese cuadro, la banca planteó que el shale argentino podía sostener producción con precios más bajos gracias a su elasticidad: se ajustaba más rápido que el offshore, pero también podía retomar ritmo cuando el precio aflojaba y luego rebotaba.


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El problema, según JPMorgan, fue otro: la demanda no acompañaría. El banco proyectó un crecimiento del consumo global de apenas 900.000 barriles diarios en 2026, mientras la producción subiría alrededor de 1,3 millones, lo que alimentaría el superávit y recargaría inventarios, con China como un punto de acumulación relevante.

Para sostener un Brent cercano a US$58, JPMorgan estimó que harían falta recortes voluntarios de al menos 2 millones de barriles diarios desde mediados de 2026. Sin esa intervención, el mercado quedaría expuesto a una corrección más dura en 2027, con ajuste por precio y caída de oferta.

Otras entidades financieras se pararon cerca, aunque con matices. La Administración de Información de Energía de Estados Unidos proyectó un Brent promedio de US$55 en 2026, con baja en el arranque del año. Deutsche Bank recortó estimaciones en esa misma zona, mientras UBS sostuvo una mirada más optimista y ubicó el Brent en torno a US$67 hacia fines de 2026.

¿Y qué podía significar esto para Vaca Muerta? Con puntos de equilibrio que el mercado ubicó en torno a la franja media, un Brent cerca de US$50 no borraría la producción existente, pero sí podía enfriar el ritmo de perforación y de terminaciones, sobre todo en operadores más apalancados o con costos más altos.

En resumen, la región quedó con una paradoja para 2026: América Latina ganaría peso como proveedora de crudo fuera de la OPEP+, pero ese mismo éxito podía empujar los precios hacia abajo. Para Argentina, el año se jugaría en dos tableros a la vez: sostener crecimiento con infraestructura nueva y, al mismo tiempo, resistir un mercado que podía pagar menos por cada barril.

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