Secta rusa de Bariloche: Makarova dijo que quiere “volver a casa”

Actualidad29/12/2025Sergio BustosSergio Bustos
elena makarova
Elena Makarova.

El testimonio de Elena Makarova en Cámara Gesell sumó un giro relevante en la causa conocida como la “Secta rusa de Bariloche”, donde la Fiscalía sostiene una investigación por presunta trata de personas. En su declaración, a la que accedió Noticias Argentinas, la joven negó vínculos con el principal acusado y describió su paso por Bariloche como una estadía sin condicionamientos, aunque con episodios de fuerte tensión después del nacimiento de su hijo.

Makarova afirmó que no conoce a Konstantin Rudnev, señalado como líder de una organización internacional y detenido con prisión preventiva, mientras la Fiscalía mantiene 21 imputados por presunta trata y reducción a la servidumbre con fines de explotación sexual. En su relato, insistió en que en Bariloche se movió “tranquila y con libertad”, siempre acompañada por una amiga. La declaración quedó incorporada al expediente en un tramo sensible del caso.

Desde el inicio, la joven explicó por qué eligió Argentina y cómo llegó al país. “Yo vine a la Argentina para estar tranquila y dar a luz en un lugar seguro”, declaró. Dijo que arribó en enero de 2025, ya embarazada, luego de atravesar una relación violenta en Rusia, y que eligió Bariloche por recomendación de conocidos y por su calma.

En ese punto, Makarova sostuvo que su objetivo era transitorio y que no sufrió presiones para cambiarlo. “Mi plan era tener al bebé y volver a Rusia a las pocas semanas”, señaló. Según su versión, esa decisión no se alteró por terceros ni existió condicionamiento sobre sus movimientos o sus contactos.


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Durante la declaración, remarcó que la barrera idiomática condicionó gran parte de su experiencia. Dijo que no hablaba español ni inglés y que dependía de traductores para comunicarse con médicos y autoridades. Esa dificultad, según relató, se volvió central en momentos críticos, cuando necesitaba comprender indicaciones médicas o procedimientos oficiales.

En ese marco, habló de personas que la asistieron en Bariloche y mencionó a la traductora Svetlana Komkova, a quien definió con un tono de agradecimiento: “Como persona es muy positiva”. También nombró a Nadezhda Belyakova (Angelina), hoy imputada en la causa, como alguien que la acompañó durante la estadía.

El tramo más delicado del testimonio se enfocó en el parto y en decisiones médicas que, según la joven, no entendió plenamente. Contó que rechazó la inducción porque buscaba un parto natural: “Yo no quería operación”. Luego relató que los médicos le advirtieron por riesgos si no se realizaba una cesárea, y describió que su hijo nació a las 13:15, mientras ella atravesaba debilidad extrema, pérdida de sangre y desorientación.

Tras la intervención, narró un cuadro de confusión y falta de explicaciones claras. “No sentía las piernas, me dormía y me despertaba”, recordó. En esa secuencia, insistió en que no lograba comprender lo que ocurría a su alrededor porque las explicaciones eran en español y no contaba con una traducción adecuada.


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Makarova también denunció un episodio puntual dentro de la habitación, ya con su hijo recién nacido. “Entró una mujer, me sacó el teléfono y se fue”, relató en la Cámara Gesell. Dijo que poco después llegaron policías y que intentaron comunicarse con un traductor de Google que no funcionaba bien, por lo que reiteró: “No había comunicación”.

Consultada por Rudnev, respondió de forma directa: “No, no lo conozco”. Aclaró que vivió en Bariloche con su amiga Angelina y que se trasladó con libertad, sin restricciones. Su versión busca desarmar la hipótesis de sometimiento que sostiene la investigación, al menos en lo referido a su vida previa al parto y durante la estadía en la ciudad.

Otro tramo del relato apuntó a lo que definió como condiciones difíciles en refugios estatales después del alta médica. Habló de aislamiento, limitaciones para comunicarse y falta de acceso a su teléfono. “Sin hablar con mi mamá, me siento mal”, expresó, y afirmó: “No vimos la luz del sol durante más de un mes”, al describir lo que consideró un encierro prolongado.

También detalló problemas cotidianos para cuidar a su hijo, con escasez de insumos y tareas domésticas que realizaba sin apoyo. Sumó episodios de ansiedad constante: “Si no escucho su respiración, me asusto y voy a ver si está vivo”. En relación con la documentación, dijo que solo contaba con la partida de nacimiento y mencionó errores en la inscripción del apellido por diferencias culturales, algo que la llevó a pedir una corrección: “En Rusia se van a reír”.

Al cierre de la declaración, expuso el pedido central que atraviesa su presentación. “Yo quiero volver a casa”, dijo, y reclamó que le devuelvan documentos y teléfono para regresar a Rusia con su hijo. También afirmó: “Quiero estar tranquila”, en una frase que sintetiza su planteo general.

Según el texto, Makarova ya vive en Rusia y sostiene que no se considera víctima. En paralelo, presentó una querella penal y una recusación formal contra los fiscales Tomás Labal, Gustavo Revora y Rodrigo Treviranus, a quienes acusa de falta de objetividad y de decisiones que, según su visión, limitaron su defensa. En esa denuncia también señaló a profesionales del Hospital Zonal Ramón Carrillo.

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