
Flybondi canceló 165 vuelos en una semana y más de 31 mil pasajeros quedaron varados
Actualidad31/12/2025
Sergio Bustos
Flybondi atravesó días de fuerte tensión operativa en la Argentina durante la semana de Navidad. En distintos reportes del sector aerocomercial se mencionó un número que sintetiza el alcance del problema: 165 vuelos cancelados en apenas siete días y más de 31.000 pasajeros afectados en todo el país, en un período de alta demanda por las fiestas y el inicio de la temporada alta.


Las suspensiones impactaron en múltiples destinos turísticos y de conexión. Entre las rutas señaladas en esos reportes aparecen Puerto Madryn, Bariloche, Ushuaia, Iguazú, Mendoza, Salta, Neuquén y Córdoba, con una afectación que se sintió en varios aeropuertos del país. En el mismo período, Tucumán volvió a figurar entre las provincias más perjudicadas, con reiteradas cancelaciones en fechas sensibles.
El escenario generó una reacción inmediata en redes sociales, donde se multiplicaron los reclamos de pasajeros. Los principales cuestionamientos apuntaron a la falta de información clara y en tiempo real, junto con reprogramaciones que cambiaban sobre la marcha. También aparecieron críticas por la dificultad para conseguir respuestas concretas en mostradores y canales digitales.
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En ese contexto, varios usuarios describieron el costo personal y económico de las cancelaciones en plena semana festiva. Algunos relataron que debieron buscar alternativas de último momento, con pasajes mucho más caros para llegar por otras vías. Otros contaron que perdieron reservas ya pagas o conexiones con otras ciudades, en un momento del año donde las opciones suelen escasear.
Según trascendió en el sector aerocomercial, una de las hipótesis vinculó la situación a fallas en la planificación operativa. La versión que circuló indicó que vuelos se programaron sin contar con aeronaves disponibles, un problema que se vuelve más visible cuando la ocupación llega al máximo y aparecen contingencias técnicas o logísticas. En temporadas de alta demanda, cualquier desajuste puede desordenar la grilla completa y complicar la reubicación de pasajeros.
El impacto se amplificó porque las cancelaciones no se concentraron en un solo día, sino que se arrastraron durante la semana. Esa continuidad suele generar un efecto acumulativo en el sistema: se saturan los vuelos siguientes, crecen las filas de reprogramación y se reduce el margen para reacomodar a quienes quedan fuera de su itinerario original. En un período de fiestas, esa reubicación se vuelve todavía más difícil.
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Para quienes viajaban por reuniones familiares, trabajo o turismo, el problema se tradujo en cambios repentinos y en decisiones forzadas. Muchos pasajeros terminan resolviendo con traslados terrestres de larga distancia, con noches extra de alojamiento o con combinaciones que agregan escalas. La consecuencia inmediata suele ser un gasto mayor y una experiencia de viaje más incierta.
El episodio sumó presión sobre la empresa por su desempeño en una de las semanas más sensibles del calendario. En el sector, la discusión también se enfoca en la comunicación con el pasajero, porque la falta de información y la confusión en reprogramaciones tienden a agravar el malestar. La expectativa de muchos usuarios queda puesta en que la compañía ofrezca previsibilidad y soluciones concretas cuando se producen cancelaciones masivas.
Mientras tanto, el impacto de esa semana se mantiene en el centro de los reclamos de quienes intentan regularizar su situación y cerrar el viaje que planificaron para Navidad.

















