LA COMARCA ANDINA TIENE UN NUEVO CIRCUITO TURÍSTICO

Se trata del circuito “Los bandoleros”, inspirado en Butch Cassidy, Willam Wilson Bob Evans. Está integrado por Cholila, Trevelin, Corcovado y Río Pico.

Turismo07 de septiembre de 2024Sergio BustosSergio Bustos
cabaña bandidos
La cabaña de uno de los bandidos.

El intendente de Trevelin y sus Parajes, Héctor Ingram, participó este viernes en Río Pico, de la firma del convenio para la creación de la "Ruta de los Bandoleros".

Se trata de un circuito turístico que integran los municipios de Cholila, Trevelin, Corcovado y Río Pico, y en el que los turistas y visitantes podrán conocer la historia de cada localidad de la región cordillerana, teniendo como hilo conductor las andanzas de diferentes bandoleros en su mayoría de origen norteamericano, que asolaban la zona a comienzos del Siglo XX, dio a conocer la Secretaría de Turismo de Trevelin.

Entre los más conocidos se destacan Butch Cassidy que habitó con su banda en la zona de Cholila, y Wuillam Wilson y Bob Evans que tenían como base de sus andanzas el área de Río Pico.

Ingram compartió el acto junto al anfitrión, intendente de Rio Pico, Diego Pérez, y el reconocido historiador chubutense Marcelo Gavirati, uno de los más investigaron las actividades de bandoleros en la Patagonia.

También se encontraban representantes de los municipios de Cholila y Corcovado.

Acompañaron a Ingram en su visita a Río Pico, los secretarios de Turismo, Juan Manuel Peralta, y de Cultura y Educación, Gustavo De Vera, y el concejal Facundo Pais.

En la oportunidad el secretario de Turismo de Trevelin invitó a los municipios y prestadores de las localidades participantes, a un próximo encuentro de trabajo en Trevelin el día 22 de octubre, donde también de proyectará un documental relacionado a un antiguo poblador de Río Pico.

Se trata de un circuito turístico que abarca los municipios de Cholila, Trevelin, Corcovado y Río Pico y que ofrece a los visitantes la oportunidad de explorar la historia de esta región cordillerana. 

Una de sus andanzas

Como verdaderos bandidos, William Wilson y Bob Evans siempre se movieron con la cautela de felinos, dejando pocos rastros de su llegada a la Patagonia a principios del siglo XX. Se sabe que aparecieron en escena poco antes de la abrupta huida de Butch Cassidy. Es probable que al menos Bob Evans formara parte de la pandilla del célebre asaltante norteamericano, y se sospecha que ambos participaron junto al grupo en el espectacular robo al Banco de Londres y Tarapacá en Río Gallegos en 1905.

Según relata Roberto Hosne en su libro Barridos por el viento, mientras Butch Cassidy, Sundance Kid y Etta Place partían rumbo a lo que sería su misteriosa y nunca confirmada muerte en Bolivia, Bob Evans regresaba a Cholila. Allí, sus antiguos jefes habían establecido una pequeña estancia, cuyo casco de madera aún perdura. Evans tenía la intención de hacerse rico como buscador de oro.

En 1908, William Wilson se unió a Bob Evans. Al principio, este dúo seminómada se dedicó a la venta de ganado que obtenían a través del cuatrerismo. Sin embargo, el enriquecimiento era lento, y pronto se sintieron tentados a buscar un camino más rápido.

El primer traspié ocurrió cuando decidieron asaltar la Compañía Mercantil de Ayo Pescado. Según información filtrada a los bandidos, la compañía iba a recibir una gran suma de dinero para la compra de lana. Cuando llegó la diligencia que traía el dinero, Bob y William entraron al local y encañonaron al ingeniero Llwyd ap Iwan con una Mauser 45, exigiendo que abriera la caja fuerte. Para su decepción, dentro solo había una cantidad insignificante de dinero. En el forcejeo que siguió, los bandidos mataron al ingeniero galés. Tras el fallido asalto, Wilson y Evans huyeron hacia Río Pico, donde tenían su escondite.

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La persecución de Wilson y Evans duró un año, a lo largo del cual las fuerzas policiales se tirotearon cuatro veces con los fugitivos. Según Ramos Otero, era tal el miedo que los perseguidores le tenían a la puntería de los norteamericanos, que siempre comenzaban a tirar antes de tiempo y por eso escapaban.

La banda de Wilson y Evans estaba integrada además por Mansel Gibbon –un argentino de 25 años– y un pequeño grupo de chilenos que cayeron antes que sus jefes. Un subteniente llamado Jesús Blanco estuvo al mando del grupo policial que dio muerte a los dos norteamericanos en un enfrentamiento, según el parte oficial. Sin embargo, el testimonio de un poblador de la zona –Constantino Salinas Jaca– afirma que “confiadamente Evans condimentaba un guiso... cuando el subteniente Blanco dio la voz de fuego y Evans cayó exánime. Wilson, con la celeridad de un rayo, empuñó su pistola y en la huida mató a uno de sus perseguidores y malhirió a otro. Viéndose perdido, Wilson prefirió suicidarse a caer vivo en manos de la fronteriza”.

Según el mismo testimonio, los cuerpos estuvieron varios días tendidos al aire libre, hasta que se les tomaron las fotos que certificaban su identidad para cobrar una recompensa de 40 mil pesos fuertes. Luego los dejaron abandonados en el lugar.

Quienes se ocuparon de enterrarlos fueron los hermanos Hans. Y debieron hacerlo in situ, ya que en el pueblo no había cementerio. Hoy en día cualquier viajero curioso puede visitar la tumba compartida por los dos bandoleros, cubierta por un montoncito de piedras con una cruz de hierro clavada en la tierra. A la tumba se llega dejando el auto sobre la Ruta Provincial 19 –a 6 km de Río Pico–, para caminar unos metros por un senderito con algo de maleza.

   

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