ENTREVISTA #MOJO A BOMBEROS DE PUERTO MADRYN
Detrás del despliegue de equipamiento y estrategias logísticas, hay historias de desgaste físico, emociones intensas y un compromiso inquebrantable con la comunidad. Este informe de #LA17 #MoJo, con Paola Brossy. busca dar voz a esos hombres y mujeres que, en condiciones extremas, enfrentaron el fuego con valentía.
El incendio que arrasó con una extensa superficie de campo marcó un punto de inflexión en la vida de muchos bomberos. Para Lisandro Rada, este fue el incendio de mayor magnitud al que tuvo que enfrentarse: “Había estado en otro antes, pero nada que ver con esto. Fue un desgaste tremendo”, relató. La jornada de un bombero en estas circunstancias es implacable. Rada recuerda haber partido hacia el incendio un jueves a las seis de la mañana y haber regresado a las ocho de la noche, solo para encontrarse con su familia por un par de horas antes de retomar su guardia en el cuartel. “Uno descansa, pero la mente sigue en el incendio, en los compañeros. Nunca te relajas del todo”.
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Para Jazmín Carrizo, de 21 años, fue su primer incendio forestal, y el miedo y la incertidumbre fueron una constante. “No sabía qué me podía encontrar. El incendio es algo que no controlás y el viento puede cambiarlo todo en un segundo”, confesó. A pesar de su inexperiencia, no dudó en sumarse a la emergencia, dejando atrás su preparación para ser piloto de avión. “Fue imposible seguir estudiando cuando sabía que mis compañeros estaban allá afuera, arriesgándose”.
Uno de los grandes desafíos de este incendio fue la falta de bomberos disponibles. Martín Bustos, con experiencia en otros incendios en la región, explicó que la escasez de personal hizo que el trabajo fuera aún más agotador. “Somos alrededor de 50 bomberos y muchos estaban de licencia. Nos tocó cubrir turnos larguísimos, sin descanso suficiente”, contó.
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Damián Mastrovincenzo, con años de experiencia en incendios forestales, confirmó la dureza de la situación. “El fuego cambiaba constantemente por las rotaciones de viento. Tener pronósticos en tiempo real nos ayudó, pero las condiciones nos hicieron replantear la estrategia varias veces al día”, explicó.
Las rotaciones del personal se hicieron con criterio estricto, pero muchos bomberos apenas pudieron dormir dos horas entre turnos. La alimentación y la hidratación fueron otro reto. “Aprovechábamos cualquier momento de calma para comer y reponer energías. El agua la teníamos siempre a mano, pero las viandas muchas veces las terminábamos frías y a las apuradas”, se recordó.
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El miedo fue una constante. “Siempre hay miedo, pero es lo que te mantiene alerta. No somos imprudentes, pero sabemos los riesgos”, señaló Mastrovicenso. Carrizo, por su parte, destacó la importancia del apoyo entre compañeros. “No importa lo que pase, sabés que hay alguien que te va a ayudar y guiar. Eso te da tranquilidad”.
El vínculo entre los bomberos es clave. Damián, el más experimentado del grupo, resaltó la importancia de la contención para los más jóvenes. “Nosotros aprendimos de los antiguos bomberos, a puro coraje y olfato. Hoy tenemos tecnología y herramientas, pero el espíritu de enseñanza sigue intacto”.
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A pesar del desgaste físico y emocional, los bomberos coinciden en que la infraestructura con la que cuenta Puerto Madryn es fundamental. “Hoy tenemos un cuartel con una tecnología de punta, vehículos nuevos y herramientas que hacen la diferencia. Pero sin el factor humano, nada de eso sirve”, señaló Mastrovicenso.
La preparación también juega un papel crucial. Bustos explicó que, antes de cada emergencia, los bomberos reciben capacitaciones y realizan simulacros para mejorar la coordinación. “Cuando todo se descontrola, la preparación previa es lo que hace la diferencia entre la vida y la muerte”.
Cada incendio deja enseñanzas. El análisis posterior es clave para mejorar estrategias y evitar errores en futuras emergencias. “Somos muy autocríticos. Evaluamos qué podíamos haber hecho mejor, qué herramientas fueron útiles y qué nos faltó”, explicó Mastrovicenso.
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El incendio en Puerto Madryn puso a prueba el sistema de emergencia y la resistencia de sus bomberos. A pesar del agotamiento y el peligro, el compromiso con la comunidad sigue intacto. Como concluyó Carrizo: “Me llevo una experiencia que nunca voy a olvidar, no solo por el incendio, sino por la forma en que mis compañeros me acompañaron en cada momento”.
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