Elon Musk está llevando a Tesla al abismo financiero

Actualidad06/04/2025Sergio BustosSergio Bustos
elon musk
Elon Musk derrumba a Tesla.

Tesla registró el peor trimestre de ventas desde 2022. Entregó solo 336.681 vehículos. La cifra representa una caída del 13 % respecto al año anterior. Es el mayor retroceso en toda la historia de la empresa.

Las acciones perdieron más de un cuarto de su valor desde enero. Inversores históricos como Ross Gerber lo dijeron sin rodeos: "La marca está rota y puede que no tenga solución". El derrumbe encendió todas las alarmas.

El CEO Elon Musk enfrenta críticas desde todos los sectores. Se lo acusa de priorizar su agenda política. Su rol en el gobierno de Trump generó rechazo social, protestas y boicots en varios países.

Los analistas financieros calificaron el informe como “un desastre total”. Dan Ives, de Wedbush, lo resumió así: "Cuanto más político se vuelve Musk, más sufre Tesla; no hay debate".

Los concesionarios sufrieron vandalismo en Estados Unidos y Europa. Grupos opositores a Musk convocaron protestas. Exigen su renuncia como CEO. Lo acusan de dañar la reputación de la empresa por sus decisiones ideológicas.


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El vínculo con Trump parece ser un punto de inflexión. Musk lidera la iniciativa DOGE para reducir el gasto público. Es una figura visible en el nuevo esquema de gobierno. También es un aliado económico del presidente.

Musk donó más de 250 millones de dólares a la campaña de Trump. Además, financió elecciones judiciales. Su peso político creció, pero su empresa pagó el precio. El mercado castigó esa exposición.

La competencia también avanzó. La empresa china BYD superó a Tesla en varios mercados. Ofrece modelos más económicos. Captó a los consumidores que abandonaron la marca norteamericana.

Tesla intentó justificar la caída por la transición de modelos. Afirmó que prepara una nueva versión de su vehículo más vendido. Suspendió temporalmente la producción del Modelo Y. Pero la explicación no convenció.

La reacción bursátil fue inmediata. Tras la filtración de un posible alejamiento de Musk del gobierno, las acciones subieron. El rumor calmó a los inversores. Aunque la Casa Blanca negó todo.

Elon Musk puede ocupar cargos públicos solo por 130 días al año. Esa limitación legal genera presión. Se especula con su salida en junio. Mientras tanto, Tesla sigue sin recuperar la confianza.

La Federación Estadounidense de Maestros envió cartas a fondos de pensión. Alertó sobre la situación financiera de Tesla. Pidió revisar inversiones. Señaló la caída como “potencialmente desastrosa”.


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Randi Weingarten lidera la ofensiva sindical. Escribió: "Estas caídas parecen deberse a que Musk dedica su tiempo a la política, y no a gestionar la empresa". La acusación se volvió viral.

El contralor de Nueva York busca demandar a Tesla. Brad Lander denunció pérdidas de 300 millones de dólares en tres meses. Responsabilizó directamente a Musk.

“Elon Musk está tan distraído que está llevando a Tesla al abismo financiero”, afirmó Lander. Su comunicado oficial sacudió los mercados y reforzó los reclamos de destitución.

El propio Musk reconoció las dificultades. En una entrevista reciente confesó: “No puedo creer que esté aquí haciendo esto”. La frase alimentó la percepción de falta de control.

Tesla no respondió a la BBC ni a medios estadounidenses. Solo publicó un comunicado técnico ante la Comisión de Bolsa. Dijo que las cifras “no representan todo el desempeño de la compañía”.

La empresa prometió un informe completo el 22 de abril. Espera mostrar datos favorables en costos, precios y ventas. Pero los analistas dudan. El daño reputacional ya está hecho.

La marca Tesla ya no genera el entusiasmo de antes. Las redes muestran usuarios desencantados. Algunos filmaron cómo retiraban el logo de sus autos. Otros compartieron boicots activos.

Musk perdió apoyo dentro del mundo empresarial. Varios directivos históricos dejaron la empresa. Inversores clave piden cambios urgentes en la conducción.


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El problema central parece ser su exposición política. La imagen de Musk se funde con la de Tesla. Para muchos, ese vínculo ahuyenta clientes. Las encuestas lo muestran.

El liderazgo de la empresa ya no se siente firme. Hay falta de respuestas claras. Los voceros corporativos guardan silencio. El CEO oscila entre su rol empresarial y su agenda ideológica.

Los sindicatos presionan por un cambio de rumbo. Temen por la estabilidad laboral de miles de trabajadores. La crisis amenaza al núcleo operativo de la compañía.

El prestigio de Tesla como marca innovadora se debilitó. Dejó de ser sinónimo de futuro. Hoy simboliza conflicto, política y desgaste. Las ventas reflejan ese cambio.

El mercado espera señales claras. Algunos proponen separar a Musk de la gestión. Otros sugieren renovar la comunicación institucional. Todos coinciden en que así no puede seguir.

Los vehículos eléctricos pierden ventaja frente a opciones chinas. Tesla ya no lidera. Su catálogo se estancó. La falta de renovación tecnológica empieza a notarse.

El mundo empresarial observa con atención. Tesla fue ícono de disrupción. Ahora es ejemplo de cómo una figura pública puede arrastrar a una marca hacia la crisis.

Los próximos meses serán decisivos. El informe de abril marcará el rumbo. Musk deberá elegir entre el poder político o la estabilidad de su imperio automotor.

Elon Musk construyó Tesla con audacia. Ahora, su protagonismo la pone en riesgo. Lo que antes fue su fortaleza, hoy amenaza con hundir la compañía.

   

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