

Comprar un auto en Argentina nunca fue barato. Pero desde esta semana, los compradores pueden ver con claridad cuánto del precio final se lo lleva el Estado en impuestos. La información ya figura en los sitios oficiales de algunas automotrices.
La nueva normativa busca transparencia. Forma parte del Régimen de Transparencia Fiscal incluido en la Ley Bases. Desde ahora, cada terminal debe detallar el valor base de un auto y los tributos que se suman.
La diferencia es impactante. Un auto con precio de lista de 24.552.000 pesos puede costar 20.290.909 sin impuestos. El fisco se lleva más de 4 millones por unidad.
El modelo analizado es un Toyota Yaris XS CVT. No se trata de un vehículo de alta gama. Está en el rango medio. Pero ya paga el impuesto “al lujo”, que abarca cada vez más modelos.
El tributo incluye IVA del 21% y un 18% de impuesto interno. Este último nació como gravamen a los autos lujosos. Hoy afecta a muchas unidades comunes. La frontera del lujo se corrió para abajo.
Las automotrices celebran la medida. “La iniciativa nos beneficia porque muestra que no somos los que encarecemos los autos”, dijo un empresario del sector. Aseguró que el sistema actual distorsiona la percepción del consumidor.
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La información es clara. Y muestra una realidad preocupante. Más de la mitad del valor de un auto nuevo va al Estado. La carga fiscal total asciende al 54%, según voceros del sector.
La normativa obliga a publicar precios discriminados. Algunas marcas como Toyota ya lo hacen. Otras aún no actualizaron sus sitios web. La implementación avanza de forma dispar.
Los utilitarios pagan menos. Mientras autos y SUV tributan 21% de IVA, los vehículos comerciales pagan sólo 10,5%. Esa diferencia también distorsiona el mercado.
“No estaría mal unificar el IVA al 10,5%”, opinó un gerente. Con ese ajuste, el mismo auto bajaría dos millones. El precio pasaría de 24,5 millones a 22,4.
La discusión excede al comprador individual. También afecta a las concesionarias, que deben explicar a diario por qué un auto sube tanto. La transparencia mejora esa comunicación.
Los impuestos internos golpean más fuerte en autos medianos. Muchas veces, el comprador no sabe que los paga. Los precios se fijan con ellos incluidos. Ahora esa información aparece por separado.
El Estado se lleva su parte antes de que arranque el motor. Cada cero kilómetro viene con una mochila impositiva. El comprador la carga sin saberlo. La nueva ley busca revertir esa opacidad.
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Las terminales piden más reformas. Consideran que la medida es un buen primer paso. Pero reclaman simplificar todo el esquema tributario. Piden reducir distorsiones y eliminar impuestos solapados.
También hay aranceles de importación. Los autos extrazona pagan 35% de arancel más 3% de tasa estadística. Ese componente aún no figura discriminado.
La presión fiscal sobre la industria es altísima. Según el sector, supera ampliamente a la de países vecinos. Eso encarece la producción, la venta y la financiación.
Las concesionarias dejaron de publicar precios durante meses. La inflación, la suba del dólar y la carga tributaria volvieron inestable cualquier cifra. Ahora, la ley impone mayor claridad.
El consumidor agradece. Aunque no puede evitar la carga, ahora al menos la conoce. La transparencia permite tomar decisiones con más información.
El impuesto al lujo ya no afecta solo a autos caros. El umbral de aplicación bajó. Hoy alcanza a modelos que hace dos años eran considerados accesibles. Esa modificación generó fuertes críticas.
La industria busca competitividad. Los precios en Argentina duplican a los de otros países. El problema no es la calidad, sino el sistema fiscal. Así lo afirman desde varias terminales.
El mercado automotor perdió dinamismo. Las ventas caen. Los precios suben. El crédito escasea. El panorama es complejo. Pero ahora hay datos claros sobre cómo se forma un precio.
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El comprador argentino siempre pagó mucho. Pero recién ahora puede ver a quién le paga. Esa visibilidad cambia el vínculo entre consumidor, empresa y Estado.
La medida fue impulsada por el Congreso. Forma parte de una política fiscal que busca mostrar el impacto real de los tributos en productos esenciales. El auto es uno de ellos.
La industria automotriz sigue de cerca el impacto. No solo por los precios, sino por la reacción del público. La transparencia puede generar presión para futuras reformas.
El Gobierno analiza cambios en el IVA. También estudia una reforma tributaria más amplia. Aún no hay anuncios concretos. Pero el debate ya empezó.
La información ya está disponible. Solo falta que las marcas se sumen. Algunas aún evitan publicar precios. La normativa busca que eso cambie. El consumidor merece saber qué paga.
Las diferencias entre modelos pueden sorprender. En muchos casos, el precio final incluye más impuestos que componentes del auto. El número real se oculta debajo de tasas y gravámenes.
El Estado recauda antes que el auto salga a la calle. La presión fiscal explica parte del precio. La otra parte la pone el mercado. Pero la cuenta siempre la paga el usuario.
La nueva norma da un paso hacia la transparencia. Falta mucho. Pero ahora, por primera vez, el comprador puede ver el precio real de un auto nuevo en Argentina.







