


La política económica de Donald Trump volvió a sembrar caos entre los estadounidenses. Esta vez, no fue por un anuncio de guerra ni por un escándalo judicial, sino por la ambigua decisión de suspender temporalmente aranceles a 75 países, lo que derivó en un inesperado fenómeno: compras compulsivas y góndolas vacías en supermercados y grandes cadenas minoristas.
“Los consumidores estadounidenses se están comportando como si se prepararan para otra cuarentena”, resumió un artículo del Wall Street Journal, que se apoyó en datos de Earnest Analytics, entidad que monitorea compras mediante millones de transacciones con tarjetas.
El sábado posterior al anuncio, el gasto creció un 33% en Apple, un 26% en Restoration Hardware y un 10% en Home Depot, en comparación con los cuatro sábados anteriores. El fantasma de la pandemia volvió a aparecer, pero esta vez, disfrazado de temor arancelario.
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Los consumidores están comprando desde productos básicos como vinagre, arroz y café hasta neumáticos, muebles, electrodomésticos y autos. La incertidumbre provocada por la política económica de Trump —“imprevisible, vacilante y extrema”, según analistas— generó miedo a una nueva recesión, aumentos de precios, y desabastecimiento.
“Incluso si los aranceles no disparan los precios, los minoristas los usarán como excusa para subirlos”, advirtió Brandy Galloway, una compradora consultada por WSJ.
Algunas empresas incluso han comenzado a instar a sus clientes a comprar ahora. Ford Motor extendió sus descuentos de empleados al público general, Raymour & Flanigan sugirió "conservar precios antes de la aplicación de aranceles", y joyerías como Ana Luisales alientan a cerrar compras sin demora.
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Los talleres mecánicos también están colapsados. En Tennessee, Eagle Tire Pros duplicó su inventario para responder a la demanda anticipada de cambio de neumáticos.
“Aún si los aranceles desaparecen mañana, el daño ya está hecho. El caos generado se traduce en costos sostenidos por meses”, explicó Alex Tabarrok, economista de la Universidad George Mason.
La pausa de 90 días anunciada por Trump, lejos de brindar certezas, solo encendió viejos miedos. En un país que aún recuerda el desabastecimiento de papel higiénico y alimentos durante el COVID-19, cualquier gesto impreciso puede disparar un pánico de consumo.
Fuente: U24


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