


A más de 2.400 kilómetros de Puerto Madryn, en el corazón de la Puna salteña, se alza uno de los paisajes más insólitos del país. El Cono de Arita es una formación natural de figura piramidal perfecta que parece surgir de un paisaje lunar. Emergiendo solitario en el inmenso Salar de Arizaro, su figura genera asombro y preguntas.
Ubicado en el sur del tercer salar más grande del mundo, el Cono se encuentra a 3.690 metros sobre el nivel del mar. Para llegar, es necesario atravesar rutas escarpadas, caminos de ripio y escenarios que parecen sacados de una película de ciencia ficción. Desde la ciudad de Salta, hay que recorrer más de 430 kilómetros hasta el poblado de Tolar Grande.
La palabra “Arita” proviene del idioma aymara y significa “filoso”, haciendo referencia a la forma que adopta esta estructura. Su origen geológico fue motivo de debate durante años, debido a su simetría casi exacta. Estudios científicos confirmaron que es una formación volcánica que nunca llegó a erupcionar.
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Más allá de su apariencia imponente, el Cono de Arita es también un sitio lleno de historia y misticismo. Diversos hallazgos apuntan a que culturas preincaicas lo utilizaron como centro ceremonial. La conjunción entre naturaleza y pasado ancestral lo convierte en un destino único en el país.
El camino para llegar desde Salta capital implica tomar la Ruta Nacional 51 hasta San Antonio de los Cobres. Desde allí, se accede a la Ruta Provincial 27, atravesando puntos emblemáticos como el Viaducto La Polvorilla y la localidad de Olacapato. El trayecto exige paciencia, atención y, en muchos tramos, un vehículo 4x4.
La última parada antes de alcanzar el Cono es Tolar Grande, un pequeño pueblo andino que funciona como base para la excursión. Desde allí, restan unos 85 kilómetros sobre ripio que atraviesan el corazón del salar. Ese tramo final es una experiencia en sí misma, rodeado por un horizonte blanco y desolado.
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Debido a la altitud y la lejanía de centros urbanos, se recomienda viajar con guía y tomar medidas de prevención. Llevar agua, alimentos, combustible y abrigo es indispensable para quienes lo hagan por cuenta propia. La infraestructura es limitada, pero el entorno lo compensa con su magnificencia.
Quienes no cuentan con movilidad propia pueden acceder a colectivos que llegan hasta San Antonio de los Cobres. Desde allí, algunos servicios públicos o privados permiten llegar hasta Tolar Grande. Una vez en el pueblo, se pueden contratar excursiones locales con guías especializados.
El paisaje que rodea al Cono de Arita no solo es árido y extenso, sino también profundamente silencioso. Esa soledad magnifica su impacto visual y espiritual, según coinciden quienes lo visitaron. “Es como estar en otro planeta”, repiten muchos de los viajeros que se atreven a recorrer la Puna.
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Argentina tiene la particularidad de reunir una diversidad natural excepcional que en pocos países puede encontrarse. Desde glaciares hasta selvas, desde costas hasta volcanes, cada rincón esconde una historia. Pero pocas figuras despiertan tanto misterio como esta pirámide salteña que parece esculpida por dioses.
Fuente: iProfesional.







