

“Cientos de trabajadores cayeron a la calle”: Desempleo y crisis en la pesca marplatense
Actualidad17/04/2025

La cadena fresquera enfrenta una crisis profunda en Mar del Plata. Barcos inactivos, plantas cerradas y obreros despedidos muestran el deterioro del sector. Más de 260 marineros y 500 trabajadores del pescado quedaron sin empleo.
Los barcos cajoneros permanecen parados o en reparaciones. Las plantas no reciben pescado. Los relevos tampoco trabajan. La rueda de la pesca fresca se detuvo sin aviso ni salvavidas.
Los costos crecen y el precio de la merluza no sube. El combustible, los insumos y la carga impositiva asfixian a las empresas. El mercado internacional no ayuda con valores sostenidos a la baja.
La postal del puerto exhibe barcos atados sin fechas de zarpada. Las fábricas achican, despiden o bajan sus persianas. El empleo formal e informal colapsa al mismo tiempo.
El SIMAPE registra barcos que no pescaron en todo el año. “Ponte Coruxo”, “Marisco II”, “Mellino VI” y otros siguen sin movimiento. La inactividad ya dejó cientos de marineros en tierra.
Cada barco amarrado implica veinte trabajadores sin ingresos. A eso se suman los relevos sin oportunidad. La lista sigue con barcos en reparación o en dique seco.
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Los marineros perciben un garantizado que no alcanza. La inflación lo devoró. La empresa permite embarcar en otros barcos. Pocos consiguen algo más. La mayoría espera sin certeza.
El puerto quedó al margen de las buenas temporadas. Solo la flota potera descargó en los muelles. El resto vive una paralización sin precedentes.
Las descargas de merluza hubbsi bajaron un 20%. Ocho mil toneladas menos en comparación al año pasado. El bycatch de langostino evitó un derrumbe mayor.
La actividad en tierra también cayó. Los obreros no esperan una marea. Esperan changas, subsidios o retiros. El futuro es más incierto que nunca.
El cierre de Gaveteco dejó 110 obreros en la calle. Nadie cobró la deuda ni una indemnización. La firma desapareció sin respuestas.
“Estrella” prometió reactivar las instalaciones. Nunca cumplió. Arrastró consigo a “San Francisco”, una fasonera con 40 trabajadores. También quedaron sin nada.
La pyme Margastin cerró en San Salvador y Hernández. Despidió 30 obreros. Acordaron desvinculaciones sin opción real. Se quedaron sin sustento ni explicación.
Sur Trade bajó la persiana en el inicio del año. La cooperativa Cabo Corrientes perdió 95 puestos. La fasonera Rosamar echó a 25 trabajadores.
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Carlos Mata acordó indemnizaciones con rebaja forzada. Pagó menos ante la necesidad urgente de sus empleados. Rosa Ginard no pagó nada.
“Pier Black” cerró tras 15 años de actividad. El alquiler venció. No renovaron. Los fileteros quedaron sin tareas. El Marisco derivó a algunos. Otros aún esperan.
El SOIP perdió el registro del empleo informal. Ya no logra contabilizar a los que quedaron afuera. Cada conflicto suma despedidos invisibles.
Ardapez indemnizó a 30 fileteros con rebaja del 15%. Giorno echó a 12. El Marisco, Friopesca y Fishing Group sumaron retiros voluntarios. Todos salieron del sistema.
La cadena fresquera pierde eslabones sin control. Las rebajas en el DUE no alcanzan. El desacople del precio del combustible tampoco.
Los gremios alertan sobre el colapso. Los reclamos no encuentran eco oficial. El silencio institucional agrava el malestar.
Las cooperativas se disuelven por falta de pescado. Las fasoneras no sostienen ni una semana más. Los obreros se reconvierten en albañiles o taxistas.
El fresco deja de ser rentable para todos. El modelo de fileteado manual no resiste. Los empresarios achican. Los trabajadores desaparecen.
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La presión impositiva no disminuye. El Estado recauda como si el sector brillara. Nadie ajusta el esquema a la nueva realidad.
El puerto más importante del país se vacía. La actividad no muestra signos de recuperación. Los barcos esperan. Las plantas se apagan.
Las promesas políticas no frenaron el derrumbe. El sector pide medidas concretas. No anuncios. El tiempo se agotó.
Cada trabajador que cae del sistema arrastra a su familia. Las casas se endeudan. Los hijos dejan de estudiar. El daño se extiende.
El mar ya no es salida para cientos de familias. El fresco dejó de garantizar ingresos. Hoy representa un riesgo sin protección.
Los frigoríficos reducen turnos. Los comercios pesqueros bajan ventas. La cadena entera se tensiona. El quiebre es colectivo.
El modelo fresquero necesita una revisión urgente. Los sindicatos reclaman un plan de rescate. Los empresarios piden alivio. Nadie escucha.
Mar del Plata ya no oculta la crisis. El puerto refleja el drama laboral. El desempleo crece en silencio.
Cada planta cerrada, cada barco amarrado, grita lo mismo. “No alcanza. No podemos más.” La cadena del fresco se rompe. La calle espera.







