Agartha, el reino secreto bajo nuestros pies

Turismo16/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
agatha
El mito de Agartha.

En lo profundo del planeta existiría un mundo oculto. Agartha es el nombre de ese reino subterráneo que aparece en decenas de leyendas y relatos esotéricos.

A diferencia de la Atlántida, Agartha no estaría sumergida, sino bajo tierra. Sería un espacio inmenso, poblado por seres sabios, conectados con el resto del planeta a través de túneles secretos.

La mitología de Agartha surge de tradiciones muy antiguas. Culturas de Asia, América y África compartieron la idea de un mundo interior.

Para muchos, el concepto remite a las entrañas del mundo. Un lugar escondido, invisible, pero cargado de conocimiento y misterio.

El mito moderno creció con relatos de escritores como Julio Verne. En su “Viaje al centro de la Tierra”, exploró esa idea sin nombrar Agartha, pero con la misma fascinación.

Las primeras referencias precisas a Agartha aparecieron a fines del siglo XIX. La ocultista rusa Helena Blavatsky habló de razas avanzadas que habitarían bajo tierra.


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Agartha sería la capital de un sistema de ciudades subterráneas. Entre ellas se encontraría Shambala, mencionada también por el budismo.

Los budistas creen en una civilización secreta bajo el Himalaya. Ese pueblo tendría conocimientos superiores y contacto con ciertos humanos elegidos.

Según estas creencias, el dalái lama recibiría instrucciones desde Agartha. Una red de túneles lo conectaría con los sabios subterráneos.

Muchas culturas tienen historias similares. Los navajos contaban que sus ancestros venían del mundo interior, expulsados por una gran inundación.

Para ellos, los Ancianos salieron a la superficie, enseñaron todo y regresaron. Dejaron conocimientos, rituales y advertencias.

China, Egipto y pueblos del Ártico también describieron entradas subterráneas. En todos los casos, los relatos mezclan espiritualidad, ciencia y misterio.


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Las supuestas entradas a Agartha se ubican en sitios específicos. Incluyen las cataratas del Iguazú, el monte Shasta, la Gran Pirámide de Guiza y los polos.

La novela “El dios humeante” de 1908 popularizó parte de este mito. Un marinero noruego, Olaf Jansen, habría entrado a Agartha por el Polo Norte.

Jansen vivió allí dos años, según su relato. Describió ciudades brillantes, un sol interno y habitantes gigantescos.

Sharula Dux, otra figura del mito, dijo haber nacido en Telos. Esa ciudad estaría bajo el monte Shasta, refugio de sobrevivientes de Lemuria.

Para ella, Agartha protegió los saberes antiguos de la guerra y el caos. Sus habitantes custodian tecnología avanzada y textos sagrados.

El conflicto entre Atlántida y Lemuria sería la causa del éxodo subterráneo. Las guerras termonucleares arrasaron esas civilizaciones, según esta versión.

Agartha sería entonces un refugio, pero también un faro oculto. Desde allí vigilan, intervienen y esperan que la humanidad madure.

Conspiraciones modernas sostienen que Richard Byrd halló Agartha. El militar estadounidense habría visto el reino en un vuelo polar.


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Según esos relatos, el ejército ocultó toda evidencia. Se prohibieron los testimonios, se eliminaron documentos, se desacreditó al piloto.

Otro supuesto hallazgo fue un mapa secreto de Heinrich Berann. El cartógrafo austriaco habría dibujado los túneles de Agartha.

Las descripciones de Agartha incluyen jardines, palacios y bibliotecas. Se menciona un trono de oro, pájaros con dientes y tortugas de seis patas.

Los habitantes tendrían longevidad extrema, telepatía y sabiduría ancestral. Algunos podrían salir a la superficie sin ser detectados.

El mito combina espiritualidad oriental, ciencia ficción y misticismo europeo. Atrae a creyentes, curiosos y narradores.

No hay pruebas científicas de su existencia. Pero la leyenda crece, se reinventa y resiste al paso del tiempo.

Viajar a Agartha sería imposible, pero imaginarla no. Como toda gran historia, abre preguntas más que certezas.

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