Cierran el aeropuerto de Río Gallegos por tres meses por obras en la pista

Turismo17/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
Aeropuerto rio gallegos
Aeropuerto de Río Gallegos.

El aeropuerto de Río Gallegos dejará de operar por obras de rehabilitación desde septiembre hasta fines de noviembre. La decisión impactará de forma directa sobre vuelos comerciales, sanitarios, de abastecimiento y chárter. Todas las operaciones se trasladarán de forma temporal al Aeropuerto Internacional de El Calafate.

La obra, licitada por Aeropuertos Argentina 2000, contempla la mejora completa de la pista 07-25, luces, señalización y torre de control. El proyecto técnico se registró bajo el código RGL4509 y responde a la normativa de ORSNA para fortalecer el sistema aeroportuario nacional con fondos fiduciarios.

Durante los tres meses de cierre, las aerolíneas deberán rediseñar completamente sus esquemas operativos. El nuevo epicentro de vuelos será El Calafate, lo que obligará a planificar traslados por tierra, modificar reservas y adecuar los tiempos de viaje de miles de pasajeros.

La Asociación de Pilotos expresó su preocupación por la falta de aviso oficial y la ausencia de coordinación con operadores. Los trabajadores se enteraron por los medios. No recibieron notificación formal ni explicaciones logísticas. Alertaron sobre la necesidad de articular mejor estos procesos.

La obra incluye una intervención completa del mimico, el sistema visual de control en la torre. Se cambiarán gráficos y luces del panel central para adaptarse a la nueva configuración de pista. Esta modificación es clave para operar con seguridad en condiciones extremas.


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La pista 07-25 es una de las más exigidas del sur argentino. Debe soportar climas adversos, nevadas, hielo y ráfagas. La rehabilitación apunta a mejorar la seguridad, extender su vida útil y permitir la operación de aviones de mayor porte.

Las autoridades no anunciaron refuerzos para la terminal de El Calafate ni ajustes en su infraestructura. El cierre de Río Gallegos forzará a duplicar operaciones en una terminal ya activa. No se informó si habrá ampliaciones temporarias o servicios extra.

Tampoco hay anuncios sobre medidas de compensación o transporte terrestre subsidiado. Las distancias entre Río Gallegos y El Calafate obligan a traslados de más de cuatro horas por ruta. Se desconocen las condiciones para los pasajeros con boletos previos.

El cierre impactará también sobre el sector turístico, especialmente en temporada alta de primavera. Agencias de viaje y operadores deberán modificar paquetes, coordinar salidas desde otros puntos y evitar pérdidas por cambios de último momento en itinerarios o conexiones.

El aeropuerto “Piloto Civil Norberto Fernández” es estratégico para Santa Cruz y la Patagonia sur. Funciona como puerta de entrada aérea para vuelos regulares y de abastecimiento. También recibe operaciones sanitarias y vuelos oficiales, que ahora deberán ajustarse a la reprogramación.

No se informó qué ocurrirá con vuelos especiales, como ambulancias aéreas o envíos de órganos. Tampoco se detallaron medidas para garantizar que estos servicios operen sin retrasos durante los tres meses de cierre previstos por la licitación.


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El gobierno provincial no emitió un comunicado oficial sobre el tema. La decisión se enmarca en el sistema nacional de aeropuertos, aunque afecta de manera directa a miles de personas de la región, turistas, residentes y trabajadores del transporte.

Los aeropuertos argentinos dependen de un sistema coordinado pero aún centralizado. Las decisiones se toman en Buenos Aires, aunque las consecuencias impactan en todo el país. Este caso vuelve a encender la discusión sobre federalismo en infraestructura aérea.

La licitación fue publicada con entrega de ofertas en abril. Las empresas interesadas debían presentar sus propuestas el 1° de ese mes. La obra fue aprobada sin difusión masiva y sin una estrategia clara de comunicación a los usuarios.

La planificación de vuelos exige anticipación. Las aerolíneas manejan sus operaciones con meses de previsión. Un cambio de esta magnitud, comunicado sin consulta previa, puede generar complicaciones en reservas, flotas y servicios ya pautados para el último trimestre del año.

No se anunció la creación de corredores aéreos o rutas puente para paliar el cierre. La única opción para quienes viajen a Río Gallegos será utilizar El Calafate como base, con traslados adicionales que se harán por cuenta del pasajero.

La empresa concesionaria no informó sobre un plan de contingencia para la terminal cerrada. No se sabe si habrá vigilancia, mantenimiento o personal en funciones mínimas durante el período de obra. Tampoco se detalló si habrá mejoras internas o externas.


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Río Gallegos quedará sin servicio aéreo directo por primera vez en años. La situación genera malestar en usuarios frecuentes, trabajadores del aeropuerto y empresas radicadas en la zona que dependen del transporte aéreo diario.

Las aerolíneas, por su parte, trabajan en silencio para reacomodar sus cronogramas. Las quejas internas apuntan a la falta de previsión en las obras y a las complicaciones que implica mudar toda una base operativa sin tiempo suficiente.

Los pasajeros deberán consultar con sus aerolíneas todas las condiciones antes de viajar. Es probable que cambien horarios, conexiones y puntos de embarque. También se recomienda prever los traslados terrestres con margen y confirmación previa.

La rehabilitación de pistas es una medida necesaria pero que requiere planificación compartida. Afecta no solo la seguridad, sino también el acceso, el turismo y la integración regional en una zona clave para el país.

El aeropuerto de Río Gallegos necesita modernización para garantizar operaciones eficientes. La obra permitirá mejorar servicios, ampliar capacidades y responder a las condiciones climáticas que complican las operaciones en la Patagonia.

El objetivo final es garantizar vuelos seguros, estables y constantes todo el año. Pero para eso, la infraestructura debe estar lista y el proceso debe ser transparente, coordinado y comunicado con antelación a todos los actores.

La región espera que las obras concluyan antes de diciembre. La reapertura coincidiría con el inicio de la temporada alta de verano, clave para el turismo y la actividad comercial en toda la provincia de Santa Cruz.

Las próximas semanas serán claves para definir cómo se manejará la transición. Las aerolíneas deberán informar detalles, las autoridades deberán responder inquietudes y los usuarios deberán adaptarse a un escenario imprevisto y exigente.

El Calafate se convierte ahora en el único aeropuerto del sur santacruceño. Su capacidad estará a prueba. También su logística, su personal y su sistema de apoyo terrestre. La infraestructura regional deberá estar a la altura del desafío.

Río Gallegos tendrá que esperar. La pista estará en obras. Pero la expectativa es que vuelva renovado, funcional y preparado para un futuro con más vuelos y mejores condiciones para todos.

Mientras tanto, los usuarios no tendrán más opción que adaptarse. Cambiarán los tiempos, los destinos y las rutas. Pero también crecerá la expectativa por un aeropuerto mejor equipado, más moderno y más seguro.

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