


La temporada nacional de langostino no comenzó y los barcos siguen amarrados. La flota fresquera y congeladora no zarpó. Las empresas no cargaron combustible. Los marineros esperan en tierra. El conflicto gremial paraliza una de las actividades más importantes del país.


El Sindicato de Obreros Marítimos Unidos responsabiliza a las cámaras empresarias. El gremio sostiene que los empresarios quieren modificar el convenio colectivo de trabajo. Denuncian que esa modificación recortaría un 30% del ingreso de los marineros.
El punto en disputa es el ítem vinculado a la producción. El sistema de trabajo actual se basa en porcentajes de captura. Las cámaras quieren redefinir ese cálculo. El sindicato interpreta esa modificación como una quita directa de salario.
“Este conflicto afecta a unos 7.000 marineros y a más de 15.000 personas en total solo en Puerto Madryn”, afirmó César Zapata. El referente del SOMU en Chubut advirtió sobre el impacto social. La ciudad depende en gran parte del ingreso del sector pesquero.
Zapata pidió una reunión directa con el gobernador Ignacio Torres. El gremio reclama que el mandatario intervenga. Lo consideran la única figura política con peso para destrabar el conflicto desde Chubut. Sostienen que la solución no puede seguir postergada.
“Vino al gremio el secretario de Pesca. Le explicamos lo que él sabe: que no nos puede solucionar mucho esto”, expresó Zapata. El dirigente gremial insistió en que la situación requiere decisión política. “Pedimos sí o sí una reunión con el gobernador”, repitió.
La Secretaría de Pesca provincial admitió las limitaciones. Andrés Arbeletche, a cargo del área, confirmó que no tienen herramientas suficientes. No pueden convocar audiencias ni dictar conciliaciones obligatorias. “Es un conflicto que lo maneja el gobierno nacional”, explicó.
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Arbeletche detalló que pasó toda la mañana reunido con representantes del SOMU. El objetivo fue contener la tensión. El funcionario indicó que intentan colaborar. Pero reconoció que el margen de acción de la provincia es escaso frente a un conflicto nacional.
“Desde la provincia tenemos herramientas muy limitadas”, sostuvo el funcionario. Indicó que no pueden actuar formalmente en el conflicto. Solo acompañan. No intervienen en la negociación salarial. No tienen facultades sobre el convenio colectivo nacional.
Ante la parálisis del sector, la provincia convocará una reunión multisectorial. Será el próximo martes. Participarán representantes del gremio, empresarios, cámaras y autoridades provinciales. Se intentará anticipar los escenarios posibles de la temporada pesquera local.
“Estamos armando esta reunión con una mirada más amplia sobre lo que puede pasar”, explicó Arbeletche. El gobierno provincial busca prevenir efectos mayores. Espera que ese espacio de diálogo sirva para preparar una respuesta más articulada.
La preocupación mayor es Puerto Madryn. Es el principal puerto pesquero de la provincia. Tiene una gran concentración de barcos y tripulaciones. También aloja plantas, proveedores, transportistas y frigoríficos. El impacto económico ya se siente.
La industria pesquera sostiene una parte clave del empleo en la ciudad. La actividad tiene una cadena productiva extensa. Involucra a sectores públicos y privados. También a comercios, industrias y servicios. La paralización amenaza miles de ingresos.
El sindicato no cede. Reclama mantener el convenio vigente. Denuncia que la postura empresarial es intransigente. Consideran que las cámaras usan la temporada como presión. Aseguran que no aceptarán una rebaja de salario en medio de una crisis inflacionaria.
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Las cámaras empresarias no hicieron declaraciones públicas. Se mantiene el silencio. Las partes no se reunieron formalmente. No hay mesa de negociación activa. La parálisis se extiende. El tiempo corre. El langostino no espera.
El conflicto deja en evidencia la fragilidad institucional del sector. No hay árbitros provinciales. El Ministerio de Trabajo nacional no interviene aún. Las decisiones quedan libradas a la voluntad política de las partes. El puerto sigue quieto.
Madryn tuvo ya otras crisis pesqueras, pero esta es más profunda. La magnitud del paro, la cantidad de trabajadores afectados y la tensión gremial configuran un escenario complejo. Los efectos sociales se agravan con los días.
La pesca es la principal actividad exportadora de la región. El langostino genera divisas. Sostiene cadenas logísticas. Alimenta la actividad portuaria. Genera empleos de calidad. Su estancamiento golpea la balanza comercial local y regional.
El conflicto también impacta en la imagen del sector. La incertidumbre ahuyenta inversiones. Genera inseguridad entre proveedores y compradores. La falta de previsibilidad perjudica la competitividad de la producción.
En los muelles, la preocupación crece. Tripulaciones enteras esperan. No hay embarques. Las redes están guardadas. Las bodegas vacías. Las plantas frenadas. La actividad se encuentra detenida en todos los niveles.
Las cooperativas y pequeñas empresas también sienten el impacto. El conflicto golpea a los más vulnerables. Muchos trabajadores dependen de la pesca diaria. No hay ingresos alternativos. No hay subsidios ni contención estatal.
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Los comerciantes de Madryn ven caer sus ventas. Hay menos circulación de dinero. El consumo baja. La crisis se expande hacia sectores no vinculados directamente con la pesca. El conflicto gremial se convierte en crisis social.
Los intendentes aún no tomaron posición pública. Desde los municipios esperan una solución. Algunos mantienen contacto con los gremios. Otros con empresarios. Pero no hay intervenciones directas desde los gobiernos locales.
El gobierno nacional mantiene silencio. El Ministerio de Trabajo no emitió resoluciones. No hay convocatoria a paritarias. No se dictó conciliación obligatoria. Tampoco hubo contacto público con las partes. La omisión oficial irrita a los gremios.
El SOMU advirtió que podría radicalizar sus medidas. No descartan protestas, movilizaciones y bloqueos. La tensión crece. El gremio reclama protagonismo político. Insiste en que no permitirá una rebaja salarial por la vía empresarial.
El conflicto del langostino marca un precedente peligroso. Lo que ocurra en esta temporada puede replicarse en otras. Los convenios colectivos podrían desfinanciarse. Los derechos laborales quedarían vulnerables. Los sindicatos se preparan para resistir.
La reunión multisectorial del martes será clave. Las miradas estarán puestas en ese encuentro. La expectativa es alta. La provincia espera que surjan alternativas. Pero nadie espera una solución definitiva sin intervención nacional.
Mientras tanto, los barcos siguen sin salir. Las redes siguen sin moverse. El frío del mar espera por una temporada que no llega. La pesca sigue inmóvil. Y Puerto Madryn, en alerta.









