


La recesión económica y el encarecimiento de los costos comienzan a golpear con fuerza a empresas históricas del rubro alimenticio en Argentina. A las complicaciones ya conocidas de grandes firmas como SanCor, La Lácteo, ARSA y hasta Nestlé, se sumaron recientemente dos compañías emblemáticas: Lipo, fabricante de caramelos, y Dilexis, propietaria de la marca Tía Maruca.


Ambas empresas reconocieron serias dificultades para afrontar el pago completo de los sueldos a sus trabajadores. En el caso de Lipo, el conflicto escaló rápidamente: los 100 operarios de su planta ubicada en Lanús, provincia de Buenos Aires, iniciaron un paro por tiempo indeterminado tras recibir solo el 50% del salario correspondiente al mes de abril. La protesta es respaldada por el Sindicato de la Alimentación (STIA), que denunció incumplimientos reiterados y la falta de respuestas concretas por parte de la dirección de la empresa.
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Lipo, que produce más de dos millones de caramelos diarios en unas 100 variedades, es una pyme familiar conducida por Matías y Mariela Lipovetzky, en sociedad con un grupo inversor encabezado por Osvaldo Iglesias, exgerente de Metropolitano SA. La situación financiera de la compañía se deteriora desde hace medio año, con sucesivas postergaciones en los pagos que finalmente detonaron la medida de fuerza.
Mientras tanto, en la provincia de San Juan, la firma Dilexis —dueña de la reconocida marca de galletitas Tía Maruca— atraviesa un panorama similar. Con una planta de producción ubicada en Albardón que emplea a 300 personas y un centro de distribución en Luján, la empresa también se enfrenta a un escenario de tensión laboral por atrasos en el pago de sueldos.
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El CEO de Dilexis, Pablo Tamburo, reconoció la existencia de demoras, aunque las calificó de “mínimos retrasos” y negó que existan deudas salariales acumuladas. “Nos hemos atrasado, sí, pero por pocos días, y siempre lo comunicamos. No hay problemas estructurales, hay desafíos financieros comunes al contexto”, sostuvo. El empresario también rechazó rumores sobre una posible venta de la planta sanjuanina: “Nos tienen que sacar muertos de ahí. Esta planta está viva y creciendo”.
Ambas compañías forman parte de un entramado de pymes alimenticias nacionales que, pese a la trayectoria y el reconocimiento de sus marcas, enfrentan dificultades crecientes para mantenerse a flote. La caída del consumo interno, la pérdida de rentabilidad y el impacto de la inflación en insumos y logística complican el día a día de firmas que hasta hace poco eran consideradas casos de éxito.
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El malestar en el sector genera preocupación sindical y alimenta la incertidumbre entre los trabajadores. Desde el STIA se advirtió que estas situaciones no son aisladas y podrían replicarse en otras fábricas si no se activa un esquema de asistencia o se toman medidas para reactivar el mercado interno.
Mientras Lipo sigue con su planta paralizada y Tía Maruca intenta sostener su producción en medio de un contexto desfavorable, la crisis en la industria alimenticia argentina suma nuevos capítulos. Las próximas semanas serán clave para definir si logran sortear la tormenta o si, como temen algunos referentes del sector, este será solo el comienzo de una cadena de complicaciones aún mayor.
Fuente: iprofesional









