


En Puerto Madryn, donde el mar es parte del paisaje cotidiano, hay quienes no lo miran con indiferencia. Ricardo Carral, buzo profesional y activista ambiental, transforma cada jornada en una acción concreta de cuidado del entorno. Junto a su compañera Lorena, se dedica los 365 días del año a recoger residuos de las playas antes de lanzarse al mar a practicar buceo o nado en aguas abiertas.


“Es mi estilo de vida. Combinamos el deporte con una actitud responsable hacia el ambiente”, dijo en una entrevista con #LA17, mientras completaba su rutina en la costa. Cada mañana, antes de entrar al agua, recorre la playa corriendo y junta lo que encuentra: plásticos, trapos, latas y redes. Solo esa mañana retiró cerca de 20 kilos de residuos, sin contar lo que aún quedaba por sacar del mar.
La escena es impactante. Mientras a unos metros emergen ballenas con sus crías, la arena está cubierta de desechos arrastrados por el viento y las mareas. “Hay una ley fundamental: todo lo que no es del mar, el mar te lo devuelve”, explica Carral, quien propone mirar al océano Atlántico no como un recurso, sino como un sujeto de derecho.
El proyecto de ley al que hace referencia busca replicar lo que ya sucedió en Santa Fe con el río Paraná, al declarar al Mar Argentino como sujeto de derecho. Para Carral, es una forma de reconocer el rol vital que tiene para las comunidades costeras. “Vivimos gracias al mar. Nos da trabajo, alimento, todo. Por eso lo defiendo”, sostuvo.
Su rutina diaria —correr, limpiar, nadar, volver a limpiar— es también un mensaje silencioso. “Paso tres veces por el mismo lugar y siempre lleno la bolsa. Eso muestra que el problema no es solo lo que flota en el agua, sino lo que arrastramos desde la ciudad”.
Carral considera que los más chicos son clave para el cambio. “Los niños no tienen maldad, tienen inocencia. Ellos son mi esperanza. Cuando vamos a escuelas o colonias, nos reciben con entusiasmo, se interesan, preguntan, colaboran. Si logramos que amen su lugar desde chicos, el futuro va a ser distinto”, afirma.
La playa como terruño, como espacio de pertenencia y orgullo, es el eje de su propuesta. Sin grandes discursos, solo con el ejemplo, Carral invita a vecinos, turistas y autoridades a comprometerse. “Estamos dentro de un área protegida. ¿Por qué no cuidarla?”, se pregunta.





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