Ivet Playa denunció a Alejandro Sanz por manipulación y vínculo íntimo no consentido

“Yo era una niña, él lo sabía desde el principio”. Con esa frase, Ivet Playa rompió el silencio y sacudió las redes. La joven de 28 años compartió un video en el que relata su historia con Alejandro Sanz, a quien acusa de manipularla durante su adolescencia y aprovecharse de su fanatismo. El contenido se volvió viral en pocas horas y desató un aluvión de reacciones.

Según su testimonio, todo comenzó en 2015. Ivet tenía 18 años cuando empezó a recibir mensajes privados del músico, quien entonces tenía 49. La situación escaló con publicaciones en redes, encuentros privados y viajes constantes para asistir a sus conciertos. “Yo alucinaba con que alguien como él me comentara fotos y publicara cosas mías”, dijo entre lágrimas.

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Con el tiempo, Sanz la contrató como asistente. Ella dejó Barcelona, se mudó sola a Madrid y empezó a trabajar con él. “Jugó con mis sueños, con mi ilusión”, expresó. Asegura que vivió un vínculo íntimo y desigual, bajo una lógica que luego entendió como dañina: “Se suponía que estaba cumpliendo un sueño, pero fue una pesadilla. Me siento engañada y utilizada”.

Lo más doloroso para Ivet fue descubrir que sus mensajes eran vistos por terceros. Se sintió expuesta, observada y humillada. “No sé quién vio lo que yo le mandaba con total intimidad. Me siento sucia”, confesó. La denuncia pública no sólo apunta al vínculo privado, sino también a una dinámica de poder que, según ella, fue evidente desde el primer contacto.

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Sanz respondió desde sus redes. En un tono distante, escribió: “Yo tenía un recuerdo muy bonito de nosotros dos, personas adultas compartiendo su cariño”. Además, insinuó que la exposición pública de Ivet tendría otro trasfondo: “En mayo me ofreciste participar en unos negocios familiares tuyos. Tras revisarlo con mis asesores, te dije que no”.

El cantante negó haber actuado de forma inapropiada y cerró su mensaje con una despedida ambigua: “Te deseo encuentres pronto tu camino y felicidad”. La respuesta generó más dudas que certezas y dejó expuesta la tensión entre dos relatos que difícilmente puedan reconciliarse.

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Mientras tanto, el caso abre un debate incómodo sobre el vínculo entre artistas y fans, el uso del poder en relaciones asimétricas y los límites difusos entre lo íntimo y lo público.