

Cada 9 de julio se repite el ritual: banderas en los balcones, actos escolares, empanadas calientes. Pero detrás de esa fecha se ocultan historias poco conocidas que reescriben lo que muchos creen saber. “Nosotros perdimos lo que vendría a ser el acta de la Independencia. No la tenemos”, reveló el historiador Lucas Botta en Cadena 3.

El acta original desapareció en Córdoba. Iba rumbo a Buenos Aires cuando un chasqui fue asaltado. Lo insólito: nunca volvió a aparecer. Sin embargo, se imprimieron 3.000 copias: 1.500 en castellano, 1.000 en quechua y 500 en aymara. La idea era comunicar el mensaje de liberación a todos los rincones del territorio.
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El Congreso de Tucumán no solo declaró la independencia. También abrió debates intensos sobre qué tipo de gobierno debía organizarse. Y durante 11 meses, esos representantes discutieron hasta el cansancio. Luego se mudaron a Buenos Aires para continuar su tarea.
El 9 de julio de 1816 nacieron las Provincias Unidas de Sudamérica, no la República Argentina tal como la conocemos hoy. Y lo que se proclamó no fue una independencia parcial. “El acta decía que nacía un nuevo Estado independiente, libre de España, de su rey y de sus sucesores”, detalló Botta.
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Entre los proyectos más curiosos que se debatieron estuvo la propuesta de Belgrano de instaurar una monarquía inca. Buscaba que los pueblos originarios se sintieran parte del nuevo orden. “Quería que se sintieran representados”, explicó el historiador.
Otra novedad poco difundida: el 9 de julio también se oficializó la bandera celeste y blanca. Hasta ese momento se usaba sin respaldo legal. Ese día se selló su lugar como símbolo patrio.
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Cada detalle del 9 de julio esconde un giro inesperado. La historia no siempre se cuenta entera, pero cuando aparece, sorprende más que cualquier ficción. Y muestra que la independencia no fue un acto único, sino un proceso cargado de discusiones, ideas audaces y hasta robos misteriosos.
Fuente: Cadena 3









