
El último Ford Falcon argentino sigue rodando y mantiene viva su leyenda
Actualidad13/07/2025
Sergio Bustos
No está en un museo, ni encerrado bajo una lona. El último Ford Falcon fabricado en Argentina todavía rueda con la dignidad de los autos que hicieron historia. Ese ejemplar, el número 494.209, salió de la línea de montaje de Pacheco el 10 de septiembre de 1991, acompañado por aplausos, moños blancos y lágrimas en los ojos.


El vehículo marcó el final de una era. Durante casi tres décadas, el Falcon fue patrullero, taxi, auto familiar, herramienta de trabajo y símbolo cultural. El cierre de producción fue emotivo: cada operario de la planta detuvo su tarea para dejar mensajes de despedida en su carrocería. “Por tu nobleza y fortaleza… gracias” y “Chau Chivo; yo también me voy”, fueron algunos de los textos que decoraron su chapa.
La historia no terminó en el taller. La empresa sorteó esa última unidad entre los 6.000 trabajadores. El afortunado fue Emilio Félix Pogliotto, un cordobés de 30 años con apenas un año en Transax, una fábrica de transmisiones en Córdoba. Se lo llevó a su provincia y nunca lo abandonó.
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A diferencia de muchos autos históricos, este no quedó estático. Pogliotto siempre tuvo una filosofía clara: “Los autos están hechos para andar.” El Falcon conservó su esencia original, sin restauraciones invasivas. En cada foto aparece impecable, pero con las marcas justas de quien recorrió rutas y calles sin perder la estampa de fábrica.
En 2009, Pogliotto pensó en venderlo. Había atravesado un problema de salud y sentía que era momento de soltar. “Cuando te vas no te llevás nada. Únicamente lo que vivís”, dijo al anunciarlo por 30.000 dólares. Desde entonces, poco se supo. Según el registro automotor, el auto sigue radicado en Córdoba.
Su destino emociona a generaciones. Abuelos que enseñaron a manejar en un Falcon, padres que cruzaron el país con media casa sobre el techo, jóvenes que lo descubren hoy como ícono retro. El “Falcon Inmortal” no es solo una máquina: es un fragmento vivo de la memoria nacional.
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El operativo final fue de película. Empezaron a armarlo el 2 de septiembre de 1991. En solo ocho días lo terminaron, cuando lo habitual era el doble. A las 10:52 del 10 de septiembre salió de línea. Recorrió la planta como un héroe, moño blanco incluido. Días después, dio sus últimas vueltas en la pista interna.
Era un Falcon GL Std 3.0, con motor seis cilindros y caja al volante. Tenía llantas de chapa, sin lujos, pero con alma. Su valor en 1991 era de 18.000 dólares. Para un operario promedio, eso significaba 30 sueldos completos.
Fue el último Falcon argentino, pero no el último del mundo. En Australia, la producción continuó hasta 2013. Sin embargo, ninguno tuvo el aura que rodea a ese auto fabricado en Pacheco, cargado de carteles, nostalgia y silencios emocionados.
Ese auto sigue andando. Aunque nunca llegó a una exposición oficial, la comunidad fierrera sueña con verlo en un espacio que rinda homenaje. Mientras tanto, cada kilómetro que suma reafirma su apodo de despedida: “El Inmortal.”
















