
Venenos de serpiente y araña revelan cientos de nuevos antibióticos gracias a la inteligencia artificial
Actualidad16/07/2025

Lo que antes generaba temor, hoy despierta esperanza. Un grupo de científicos encontró más de 300 posibles antibióticos en venenos de serpientes, arañas y escorpiones. El hallazgo se logró gracias a un algoritmo llamado APEX, que analizó millones de fragmentos de proteínas tóxicas.

El estudio, realizado por un equipo de la Universidad de Pensilvania, marca un punto de quiebre en la búsqueda de nuevos tratamientos contra infecciones bacterianas. Frente al avance de cepas resistentes, la medicina necesita alternativas urgentes.
Durante siglos, los investigadores buscaron antibióticos en bacterias y hongos. Pero la IA permitió mirar en otra dirección: en las toxinas que animales venenosos perfeccionaron durante millones de años.
El algoritmo APEX procesó más de 40 millones de péptidos, extraídos de más de 16 mil proteínas venenosas. Entre todos, identificó 386 con propiedades estructurales distintas a los antibióticos conocidos.
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De ese grupo, los científicos seleccionaron 58 para sintetizarlos y probarlos en laboratorio. Cincuenta y tres demostraron una eficacia sorprendente: destruyeron bacterias como Escherichia coli o Staphylococcus aureus sin dañar células humanas.
La explicación está en la forma. Estos péptidos adoptan estructuras helicoidales en ambientes similares a membranas bacterianas, lo que les permite desestabilizarlas y aniquilar a los patógenos.
En pruebas in vitro, algunos superaron a fármacos comerciales en su capacidad para depolarizar membranas, una de las formas más efectivas de matar bacterias.
El estudio no se quedó en la teoría. Los investigadores probaron los compuestos en ratones infectados con Acinetobacter baumannii. En todos los casos, un solo tratamiento tópico redujo de manera significativa la carga bacteriana.
Uno de los péptidos más prometedores proviene del veneno de la araña Geolycosa riograndae. Ese compuesto redujo mil veces la infección sin causar toxicidad, una rareza en esta clase de moléculas.
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Pese a los resultados, el equipo reconoce limitaciones. Algunos compuestos podrían resultar tóxicos si no se optimizan químicamente. Además, APEX aún no permite saber qué partes exactas del péptido generan la acción antimicrobiana.
Los científicos ya trabajan en nuevas versiones del algoritmo, con herramientas de lenguaje y modelos de atención que ayuden a entender mejor la actividad de cada péptido.
También avanzan en ingeniería química para modificar los compuestos más prometedores y volverlos más estables, duraderos y selectivos. El objetivo: convertirlos en medicamentos seguros.
Cada año, las bacterias multirresistentes provocan cerca de cinco millones de muertes. El ritmo lento del descubrimiento tradicional no alcanza para responder. Por eso, esta vía acelerada aparece como una alternativa poderosa.
La combinación entre inteligencia artificial y biodiversidad abre una frontera nueva. Las toxinas, que durante siglos simbolizaron amenaza, ahora se perfilan como aliadas.
Lo que parecía veneno puede convertirse en cura. La medicina del futuro podría surgir de criaturas temidas, con la ayuda de algoritmos que leen la naturaleza como nunca antes.









