Boca fue un fantasma en Santiago y quedó afuera con una actitud que rozó el abandono

Deporte23/07/2025Sergio BustosSergio Bustos
papelon de boca
Otro papelón de Boca.

Boca no solo perdió un partido. Regaló una eliminación. En Santiago del Estero, Atlético Tucumán lo pasó por encima y lo sacó de la Copa Argentina con un 2-1 que no refleja la diferencia real. El equipo de Miguel Ángel Russo mostró su peor cara: errático, sin compromiso y con decisiones tácticas que dejaron más preguntas que respuestas.

Desde el arranque, el desconcierto fue total. Russo cambió esquema, nombres y hasta lógica. Apostó por un 4-3-1-2 sin funcionamiento, con un mediocampo improvisado donde ni Leandro Paredes ni Malcom Braida pudieron hilvanar dos pases. Williams Alarcón fue un espectador.

La defensa fue un caos. Frank Fabra volvió tras seis meses y pagó la inactividad. Fue desbordado desde el primer minuto. A su lado, Marco Pellegrino y Rodrigo Battaglia ofrecieron más dudas que firmeza. El banco miraba en silencio.


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A los cinco minutos, ya había polémica: Paredes metió un pisotón violento desde atrás a Mateo Coronel y el árbitro ni lo amonestó. Atlético protestó con razón. Sin VAR, la impunidad quedó servida.

Pero más allá del fallo arbitral, Boca jamás mostró reacción. Clever Ferreira abrió el marcador tras un rebote en el área y, diez minutos después, Mateo Bajamich selló el segundo con una volea perfecta tras otro error defensivo. La jugada previa expuso la pasividad del equipo: nadie corrió, nadie apretó, nadie marcó.

El segundo gol fue una síntesis del papelón: una transición lenta, mal defendida, con jugadores que caminaban la cancha. La imagen fue durísima.

En ataque, la nada. Cavani apareció cuando todo estaba perdido. El descuento fue anecdótico. Russo, mientras tanto, hizo cambios tardíos y sin sentido. Merentiel fue el único que intentó, pero jugó aislado, sin socios y contra una defensa bien plantada.


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No hubo rebeldía, ni amor propio, ni hambre. Boca cayó sin pelear. El golpe no solo fue futbolístico: fue anímico y simbólico. En el torneo más federal, el equipo más popular del país se fue como si no le importara.

Russo quedó expuesto. Sus decisiones fueron erradas, sus cambios ineficaces y su lectura del partido, nula. Pero los jugadores tampoco respondieron: caminaron la cancha, evitaron el roce y entregaron la derrota sin siquiera molestar.

Ahora solo queda el Torneo Clausura, pero con esta actitud, Boca no compite. No alcanza con la camiseta. Los jugadores no muestran compromiso, la dirigencia es abúlica, el técnico está sobrepasado. Boca necesita cambios, empezando de la cúpula y siguiendo por jugadores y cuerpo técnico.

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