“El buen mal” reafirma que Samanta Schweblin es una de las mejores narradoras de la Argentina
Por Pablo Lo Presti
26/07/2025
REDACCIÓN
“El buen mal” reafirma que Samanta Schweblin es una de las mejores narradoras de la Argentina. Sobre todo de cuentos.
Esto es, en parte, porque desplaza el eje central de la literatura de lo fantástico, que tiene nombres de un relieve tan grande en nuestro país que no hace falta ni nombrarlos.


Esto lo hace volviendo extraña la realidad, no introduciendo un elemento insólito en lo que tenemos naturalizado. Y a través la singularidad de los personajes que pone en juego en cada una de las piezas, y la distancia subsecuente que estos plantean con los lectores.
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En todos ellos anida un trauma. La vuelta, repetición, resonancia de un pasado impreso doloroso. Eso, que bien mirado, es lo que nos volvería extraños a todos, si alguien nos estuviera observando con precisión las veinticuatro horas. (Un personaje de Dostoievsky, seríamos, según Abelardo Castillo).
Y además de todo esto, una de las claves de Schweblin: la fuerza de lo que no dice, su capacidad de construir sentido sobre lo silenciado, que siempre nos hace quedar con la sensación de una segunda historia o explicación posible, o de una tercera que se nos escapa.
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Todo bajo el paraguas del epígrafe de Silvina Ocampo, que sentencia que “Lo raro siempre es más cierto”.
Para remarcar: “Un ojo en la garganta” es un cuento tremendo. Comentándolo con dos amigos, buenos lectores, nos dimos cuenta que a los tres nos pasó lo mismo: lo teníamos que dejar de a ratos, y volvíamos luego a tomarlo febrilmente, porque por momentos se nos hacía tan punzante como un puñal entrando.
Samanta Schweblin nació en Buenos Aires en 1978. Es autora, además de “Pájaros en la boca y otros cuentos”, “Siete casas vacías”, “Distancia de rescate” y “Kentukis”.











