Una anomalía magnética avanza sobre Argentina y deja al planeta más expuesto

Actualidad27/07/2025Sergio BustosSergio Bustos
NASA CARTEL
NASA detecta anomalías.

Una advertencia reciente de la NASA volvió a poner en la mira a la Anomalía del Atlántico Sur, una región del campo magnético terrestre que pierde fuerza de forma acelerada sobre parte de Sudamérica. La zona ya cubre buena parte de Argentina y afecta también a Brasil, Paraguay y Bolivia.

El fenómeno no es nuevo, pero su expansión y desplazamiento encendieron las alarmas. Según datos oficiales, la anomalía se movió unos 20 kilómetros hacia el oeste, lo que agrava su impacto sobre el territorio argentino.

“Esta región del campo magnético es más débil que en otras partes del planeta”, explicó la NASA en su comunicado. Esa debilidad deja a la atmósfera más vulnerable frente a partículas solares y radiación cósmica, que normalmente son filtradas por la magnetósfera.

Aunque no se percibe a simple vista, la anomalía puede dañar satélites, interrumpir telecomunicaciones y generar errores en GPS, afectando directamente servicios básicos y sistemas de navegación.


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Los aviones que sobrevuelan zonas de gran altitud también están bajo la lupa. “Podrían requerirse ajustes en rutas aéreas para evitar fallas electrónicas”, advierten especialistas en seguridad aeronáutica.

En 2020, el fenómeno se volvió más inquietante al dividirse en dos núcleos, lo que obliga a seguir de cerca su evolución. La ESA y la NASA usan satélites como Swarm e ICO para rastrear su comportamiento.

La anomalía fue identificada por primera vez en 1958, pero su comportamiento se intensificó en los últimos años. Las proyecciones apuntan a que podría seguir expandiéndose si no se estabiliza el campo magnético en esa región.

Los riesgos tecnológicos aumentan a medida que la radiación penetra la atmósfera. Equipos en órbita baja —como satélites de clima, telecomunicaciones y posicionamiento— pueden sufrir daños en sus circuitos y sensores.

Algunas empresas de comunicaciones ya reportaron microcortes o pérdidas de señal en momentos específicos del día, lo que coincide con los tránsitos sobre la zona afectada.


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El fenómeno no implica un riesgo directo para la salud humana, pero sí puede alterar infraestructuras críticas. Redes de datos, transmisiones satelitales e incluso servicios de internet podrían verse comprometidos.

Las investigaciones buscan entender si esta anomalía es parte de un proceso de reorganización del campo magnético global, algo que ocurrió en otras épocas geológicas del planeta.

Por ahora, los organismos internacionales mantienen monitoreo constante y comparten información en tiempo real con agencias espaciales, operadores satelitales y organismos de aviación civil.

“La observación continua es la única forma de anticipar efectos más severos”, remarcan desde la comunidad científica. Aunque invisible, la anomalía avanza y ya afecta nuestras tecnologías cotidianas.

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