Lewis Hamilton se hunde en Hungría: “Soy inútil, absolutamente inútil”

Lewis Hamilton se quebró en público como pocas veces. Luego de quedar afuera en la Q2 del Gran Premio de Hungría, el siete veces campeón del mundo se declaró “inútil” y puso en duda su continuidad en Ferrari. Fue una de sus declaraciones más crudas desde que aterrizó en la escudería italiana.

El británico no encuentra rumbo en una temporada que ya lo golpeó duro en Bélgica y que ahora lo deja sin chances en uno de los circuitos donde supo brillar. Esta vez, no solo perdió rendimiento. También perdió confianza.

“Siempre soy yo. Soy inútil, absolutamente inútil. El equipo no es el problema, se puede ver el otro coche en la Pole. Probablemente el equipo necesite cambiar de piloto”, dijo Hamilton. La frase fue lapidaria. Y no dejó lugar a interpretaciones.

Su compañero, Charles Leclerc, se llevó la Pole con una vuelta impecable, ratificando que el auto tiene potencial. El contraste fue tan evidente como incómodo para todo Ferrari.

Desde el paddock, Hamilton caminaba en silencio. Sin casco, con el traje abierto y la mirada en el suelo. Las cámaras lo siguieron mientras los periodistas intentaban descifrar qué pasaba por su cabeza. Su postura hablaba por él.

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La imagen fue brutal. Mientras Leclerc celebraba una jornada perfecta, Hamilton deambulaba por el box con gesto de derrota. Los contrastes dentro del equipo rojo ya son imposibles de disimular.

Su victoria en el Sprint de China fue apenas un espejismo. Fue su primer triunfo en ese formato y también el primero para Ferrari en 2025. Pero desde entonces, los resultados se vinieron en picada. Y con ellos, su confianza.

En Bélgica quedó afuera en la primera clasificación. Ahora repitió frustración en Hungría, otro trazado que conoce de memoria. Los viejos laureles no alcanzan.

Ferrari apostó fuerte por su llegada. Buscó sumar experiencia, mentalidad ganadora y peso mediático. Pero el rendimiento no aparece y las tensiones aumentan. Las críticas internas empiezan a sonar cada vez más fuerte.

Hamilton lo sabe. Por eso no esquivó el golpe. Asumió responsabilidades y sugirió que, tal vez, él no sea el indicado para este proyecto. Un gesto inusual para un piloto acostumbrado a competir por todo.

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En la previa de la carrera, el británico intentará resetearse. Buscará sumar puntos y evitar otra jornada negra. Pero salir desde el puesto 12 en un circuito angosto como Hungaroring no le da margen de error.

Las vacaciones de verano están a la vuelta de la esquina. Y el piloto sabe que necesita cerrar con otra cara. De lo contrario, el parate llegará con sabor a derrota.

El paddock quedó mudo tras sus declaraciones. No es común ver a un campeón reconocerse superado. Y menos en público. El quiebre emocional dejó una huella que será difícil de borrar.

Hamilton intentará rescatar lo que pueda. Aunque esta vez, la batalla parece ser más interna que deportiva.