Italia en 2050: menos población, más ciudades y un Sur envejecido

La Italia de las próximas décadas podría ser muy distinta a la actual. Según proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas (Istat), en 2050 el país tendrá 54,7 millones de habitantes, 4,3 millones menos que hoy. El impacto será desigual: el Sur perderá 3,4 millones de personas, el Centro unas 700.000 y el Norte cerca de 200.000, con un marcado éxodo juvenil y familiar hacia grandes ciudades.

Las áreas rurales y municipios pequeños corren riesgo de aislamiento. La concentración en zonas urbanas traerá más servicios, pero también un abandono acelerado de los pueblos, lo que podría derivar en un círculo vicioso: menos habitantes, menos infraestructura y, en consecuencia, más despoblación.

En este escenario, la edad promedio se acercará a los 51 años y el Sur pasará de ser la región más joven a la más envejecida. Regiones como Basilicata, Molise y Cerdeña podrían perder una quinta parte de su población, consolidando un proceso que el demógrafo Alessandro Rosina denomina “dejuvenecimiento”, la caída sostenida de la proporción de jóvenes y su peso social y político.

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El impacto económico será severo. Uno de cada tres italianos tendrá más de 65 años y apenas un 54,3% estará en edad laboral, lo que significa 7,7 millones menos de trabajadores que hoy. La presión sobre pensiones, salud, educación y asistencia social será enorme, y el financiamiento dependerá de menos contribuyentes. Según el Banco de Italia, sin cambios en productividad y empleo, el PBI podría caer hasta 9 puntos porcentuales en 25 años.

Entre las posibles respuestas, se plantea aumentar la edad jubilatoria, mejorar la participación laboral y diseñar políticas para elevar la natalidad. Sin embargo, la cantidad de mujeres en edad fértil bajará de 11,5 a 9,1 millones, lo que hace difícil revertir el desequilibrio. Incluso con un aumento de la tasa de fertilidad a 1,59 hijos por mujer, el número de nacimientos quedaría muy por debajo de las muertes anuales.

La inmigración podría compensar parcialmente la pérdida poblacional, con un ingreso estimado de hasta 5 millones de extranjeros en el período. Pero la capacidad de atraer y retener a personas calificadas dependerá de que el país ofrezca oportunidades reales, algo incierto en un contexto de despoblación y envejecimiento.

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El cambio no será solo numérico: también transformará la estructura familiar. Para 2050, Italia tendrá 26,8 millones de hogares, pero crecerán los unipersonales, en muchos casos producto de la soledad en edades avanzadas. Rosina alerta sobre familias “estadísticas”, formadas por una sola persona, y la necesidad de reforzar vínculos afectivos y comunitarios.

“La crisis demográfica se supera fortaleciendo las relaciones: entre generaciones, entre regiones, entre quienes nacieron aquí y quienes llegaron después”, sostiene el especialista. La propuesta es pensar en un proyecto de país inclusivo y cohesionado, que mire más allá de las cifras y apueste a una identidad común.

Fuente: LA NACION.