Aumentan los casos de psicosis vinculadas al cannabis en Canadá generando alarma entre científicos

Actualidad15/08/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Cannabis (Foto: © Fabrice Coffrini, AFP / France 24)
Cannabis (Foto: © Fabrice Coffrini, AFP / France 24)

En Ontario, Canadá, la proporción de diagnósticos de esquizofrenia asociados al consumo de cannabis creció de manera significativa desde la legalización de su uso recreativo en 2018. Según una investigación dirigida por Daniel Myran, médico de salud pública de la Universidad de Ottawa, el aporte de la sustancia a estos casos pasó del 3,7% al 10,3% entre 2006 y 2022. Además, los diagnósticos de otras formas de psicosis se duplicaron, con especial incidencia en personas jóvenes.

La psicosis implica la pérdida de contacto con la realidad, con alucinaciones y delirios. Myran advierte que, aunque la tendencia coincide con la legalización, otros factores como antecedentes de salud mental o consumo de distintas drogas podrían influir. Estudios previos señalan que la psicosis inducida por cannabis conlleva un riesgo más alto de evolucionar hacia esquizofrenia que la provocada por alcohol, metanfetaminas u otras sustancias.

El cannabis, al ser psicoactivo, modifica el funcionamiento cerebral y se lo identifica como un factor de riesgo relevante para cuadros de psicosis crónica. Sin embargo, persiste el debate sobre si el consumo es causa directa o si existen condiciones previas que favorecen ambos fenómenos. La falta de herramientas para diferenciar con precisión los casos complica el análisis.


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La investigación, publicada en JAMA Network Open, se basó en datos de más de 13 millones de personas. El diagnóstico de trastorno por consumo de cannabis se definió a partir de visitas a urgencias u hospitalizaciones por intoxicación o problemas mentales relacionados, aunque especialistas como Peter Grinspoon advierten que este criterio puede generar sobrediagnósticos e incluir reacciones adversas puntuales, sin adicción.

Grinspoon critica que los síntomas de tolerancia o abstinencia también aparecen en pacientes que consumen cannabis con fines médicos, lo que podría inflar las cifras. Además, recuerda que en otras sustancias recetadas, como opioides o benzodiacepinas, no se emplea la misma vara diagnóstica.

Otras investigaciones recientes, como la liderada por la neurocientífica Jessica Ahrens en la Universidad McGill, utilizaron resonancias para analizar la sustancia negra, clave en la producción de dopamina. Se detectó que los consumidores con trastorno por uso de cannabis mostraban un aumento de la actividad dopaminérgica, similar a pacientes con psicosis, aunque no se comprobó que el cannabis sea la única causa.


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Las hipótesis más aceptadas apuntan a que factores genéticos, antecedentes familiares de esquizofrenia o experiencias traumáticas tempranas elevan el riesgo tanto de desarrollar psicosis como de consumir cannabis. Otros investigadores sugieren que los primeros síntomas psicóticos podrían impulsar a algunos jóvenes a automedicarse con la sustancia.

Entre las recomendaciones, Grinspoon aconseja retrasar el inicio del consumo en adolescentes y evitarlo en personas con antecedentes familiares de trastornos psicóticos o bipolaridad. También se destaca que la potencia y la dosis del cannabis influyen: las variedades con alto THC se asocian a efectos adversos más graves, mientras que dosis bajas pueden tener usos terapéuticos.

En cuanto a la política pública, Myran propone regular el cannabis con criterios similares a los del tabaco, mientras que otros especialistas recomiendan prohibir la publicidad de todas las drogas. Coinciden en que la criminalización no es efectiva y que el foco debe estar en una regulación estricta y un consumo informado.

Fuente: Infobae.

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