El Síndrome Urémico Hemolítico sigue siendo la principal causa de insuficiencia renal infantil

En Argentina, el Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) se registra en unos 300 casos anuales y representa la primera causa de insuficiencia renal aguda en la infancia, aunque puede afectar a cualquier edad. Se trata de una afección grave caracterizada por anemia hemolítica, descenso de plaquetas y alteración en la función renal, combinación que compromete no solo a los riñones sino también a otros órganos, como el sistema nervioso central.

La enfermedad es de notificación obligatoria en el país, lo que permite su seguimiento epidemiológico. La detección temprana y la atención médica adecuada son fundamentales para la recuperación, aunque pueden persistir secuelas. Especialistas remarcan que la prevención es la herramienta más eficaz para reducir su impacto, sobre todo en niños pequeños.

Cada 19 de agosto se recuerda el natalicio del doctor Gianantonio, médico que dedicó su labor al estudio del SUH. La fecha busca concientizar sobre los síntomas, la importancia de una consulta rápida y las medidas preventivas, como la higiene y la correcta manipulación de alimentos.

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La doctora Valeria El Haj explicó que “la mayoría de los casos registrados en el país son provocados por una cepa de la bacteria Escherichia coli productora de toxina Shiga”, en particular la E. coli O157:H7. Esta toxina daña los vasos sanguíneos, en especial los del riñón, y desencadena el cuadro clínico.

Según la especialista, la transmisión ocurre por múltiples vías. “La infección se transmite a través del consumo de carne mal cocida, productos lácteos o jugos sin pasteurizar, frutas y verduras contaminadas, agua no segura o una higiene deficiente”, indicó. También señaló que es común el contagio de persona a persona, sobre todo en guarderías o jardines.

Los síntomas iniciales suelen ser diarrea acuosa que puede volverse con sangre, acompañada de vómitos, dolor abdominal, fiebre leve o ausente, decaimiento y palidez progresiva. La reducción del volumen urinario, la irritabilidad y la somnolencia son signos de alarma. En los casos más severos pueden presentarse convulsiones o trastornos neurológicos.

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El diagnóstico se establece mediante estudios de sangre que permiten detectar anemia y trombocitopenia, junto con análisis de función renal y coprocultivos. “Si bien no existe un tratamiento específico, el abordaje incluye internación, control estricto de la función renal, hidratación intravenosa y, en casos graves, transfusiones o diálisis”, detalló la especialista.

Los grupos más vulnerables son los niños pequeños, adultos mayores e inmunocomprometidos. Cocinar bien las carnes, evitar productos no pasteurizados, higienizar frutas y verduras, y lavarse las manos con frecuencia son medidas esenciales para reducir el riesgo de infección.

La difusión de información, el trabajo conjunto entre el sistema de salud y la educación comunitaria buscan reforzar la conciencia sobre una enfermedad que, pese a su gravedad, puede prevenirse con hábitos cotidianos accesibles. Informarse y actuar a tiempo puede marcar la diferencia en la evolución del paciente.

Fuente: NA.