
De Marte a Jano: la verdadera historia de por qué el año comienza en enero
Actualidad22/08/2025
Sergio Bustos
Cada primero de enero millones de personas levantan sus copas. La costumbre parece eterna, pero el año nuevo no siempre comenzó en esta fecha.


En la antigua Roma, el calendario atribuido a Rómulo solo tenía diez meses. El ciclo arrancaba en marzo, en honor a Marte, dios de la guerra y la agricultura.
Ese inicio coincidía con la siembra y con la temporada militar, dos actividades que sostenían la vida de la ciudad. El invierno quedaba fuera del calendario, sin días nombrados.
El cambio llegó con Numa Pompilio, sucesor de Rómulo. Incorporó a Ianuarius (enero) y Februarius (febrero), dando forma a un año de doce meses.
Enero quedó asociado a Jano, dios de los comienzos y las transiciones. Su figura de dos caras simbolizaba el mirar al pasado y al futuro al mismo tiempo.
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Aun así, enero no ocupaba el primer lugar oficial. El sistema lunar de 355 días generaba desajustes y obligaba a sumar meses extra según conveniencias políticas.
El caos se profundizó hasta que Julio César impulsó una reforma decisiva en el 45 a.C. Con el astrónomo Sosígenes instauró el calendario juliano, basado en el sol.
La reforma fijó los 365 días y sumó un bisiesto cada cuatro años. Desde entonces, el 1 de enero se estableció como inicio del calendario oficial romano.
La decisión no fue técnica solamente. Coincidía con la fecha en que los cónsules asumían sus cargos, reforzando el poder político de Roma.
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Tras la caída del Imperio, la uniformidad se quebró. En la Edad Media, distintas regiones celebraban el año nuevo en marzo, abril o incluso en Navidad.
El debate mezclaba religión y astronomía. La precisión del calendario juliano se puso en duda y la Pascua marcaba disputas sobre fechas y equilibrios celestes.
La solución llegó con el papa Gregorio XIII en 1582. El calendario gregoriano corrigió desajustes y fijó de manera definitiva el 1 de enero.
La reforma se extendió con los siglos y hoy domina el mundo. Sin embargo, muchas culturas conservan celebraciones propias, como el Año Nuevo Chino o el Nowruz.
La fecha que parece universal es, en realidad, el resultado de siglos de reformas, decisiones políticas y disputas religiosas. El calendario es tanto una herramienta técnica como una expresión de poder.
















