

El Día del Folclore Argentino se conmemora cada 22 de agosto en homenaje al nacimiento de Juan Bautista Ambrosetti, considerado pionero en los estudios sobre la cultura nacional. Nacido en Gualeguay en 1865, dedicó su vida a la investigación arqueológica, etnográfica y lingüística, convirtiéndose en el primer profesional en analizar el folclore desde una perspectiva científica.


Ambrosetti impulsó la arqueología científica en el país y dejó un legado que marcó la base para comprender las tradiciones populares. Sus aportes fueron reconocidos décadas más tarde, cuando el Congreso Internacional de Folclore, realizado en 1960 en Buenos Aires, decidió instituir esta fecha en su memoria.
El término folclore, de origen inglés, proviene de “folk” (pueblo) y “lore” (saber). Se refiere al conjunto de ideologías, costumbres y expresiones que identifican a una comunidad, desde la música y la danza hasta las artesanías, la gastronomía, los ritos y las leyendas. Cada elemento contribuye a conformar la identidad cultural de un pueblo y a diferenciarlo de otros.
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En la Argentina, el folclore está asociado principalmente a la música y a danzas autóctonas como la chacarera, la zamba, la milonga, el malambo o el gato. Figuras como Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Horacio Guarany, Ramón Ayala, el Chaqueño Palavecino, Teresa Parodi y Víctor Heredia encarnan esa riqueza cultural que trasciende generaciones y escenarios.
Además del 22 de agosto, existe otra fecha vinculada: cada 29 de mayo se celebra el Día Nacional del Folklorista en honor a Andrés Chazarreta, considerado “el Patriarca del Folclore” por su influencia en la difusión del género en todo el país.
La coincidencia con el Día Mundial del Folclore no es casualidad histórica, sino un cruce de efemérides. Ese mismo día, en 1846, el arqueólogo británico William G. Thorns utilizó por primera vez el término “folklore” en la revista Atheneum de Londres. Con el tiempo, la Unesco tomó esta fecha para promover la preservación de las tradiciones populares como patrimonio intangible de la humanidad.
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Los elementos folclóricos no solo refuerzan la identidad colectiva sino que también impulsan economías locales, dinamizan el turismo cultural y mantienen vivo un legado que de otra manera se perdería. En la Argentina, la celebración del 22 de agosto invita a recordar que cada danza, cada copla y cada ritual son parte esencial de la historia nacional.
Fuente: LA NACION.

















