Exguerrilleras y víctimas del conflicto construyen paz en Colombia a través de la moda

Según el podcast Grandes Reportajes de RFI de Radio Francia Internacional, la moda se convirtió en una herramienta de paz en Colombia al reunir en un mismo taller a excombatientes de las FARC, víctimas del conflicto y voluntarios civiles. El proyecto, que surgió en 2017, creció hasta emplear a cientos de personas en distintas ciudades del país.

En una casa del barrio Bosa, en el sur de Bogotá, funciona el taller colectivo “Soberanas por la Paz”. Allí, mujeres que alguna vez portaron un uniforme militar hoy se sientan frente a máquinas de coser. “Tenemos cinco máquinas planas, una botonadora, una máquina collarín, dos fileteadoras y una mesa de corte”, contó Patricia Piedrahita, directora del espacio.

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Patricia, que ingresó a la guerrilla tras el asesinato de su madre, reconstruyó su vida en la costura. “Nosotros primero fuimos víctimas, nos asesinaron a nuestras familias y no nos dejaron otro camino. Hoy queremos luchar de otra manera”, recordó. Su hermana Rosa también dejó atrás las armas y confecciona ropa junto a ella.

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En el taller se producen chaquetas, sudaderas, blusas y prendas deportivas. También se estampan frases feministas y dibujos de Mafalda o Los Simpson. “No somos competencia, juntas somos resistencia”, se lee en una de las remeras más buscadas.

Las mujeres no trabajan solas. Víctimas como Luz Amparo Gaitán se sumaron para enseñar técnicas de confección. “Yo no las discrimino, todos somos seres humanos. Entre más las pueda apoyar, ahí estoy firme”, dijo la experta textil.

Los productos se venden en el Mercado Concordia de Bogotá, en la tienda SUM+PAZ. Allí conviven prendas de los talleres con bebidas tradicionales como el biche afrocolombiano o cafés regionales. “El objetivo es ayudar en la reincorporación de excombatientes y sus familias”, explicó la responsable Beatriz Arenas.

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A pesar de las amenazas y el estigma social, la red de talleres RENA-C siguió creciendo. Hoy reúne a 300 exguerrilleros y más de 1.200 civiles distribuidos en 32 talleres, con apoyo de organismos internacionales. Su próximo paso es abrir una sede en Medellín y consolidar la venta en nuevos mercados.

La reconciliación no es un camino sencillo en un país donde aún existen disidencias armadas. Pero para quienes integran estos talleres, cada prenda confeccionada es un acto de resistencia pacífica. “Lo importante es que las personas aprendan a perdonar desde el corazón”, sostuvo Arenas.

Más allá de los números, la experiencia muestra cómo un oficio puede convertirse en un puente entre víctimas y victimarios, transformando dolor en creatividad y abriendo espacios de encuentro en una sociedad marcada por la violencia.

Material publicado por gentileza Radio Francia Internacional