Carrefour se va y tres gigantes buscan quedarse con su imperio en Argentina

Carrefour decidió ponerle punto final a su historia en Argentina. Después de 43 años de presencia continua, la multinacional francesa busca comprador o socio local y ya inició contactos formales. El precio de referencia se ubica en torno a los USD 1.000 millones, una cifra que coloca a la operación como una de las más grandes del supermercadismo nacional en las últimas décadas.

En este escenario, los grandes jugadores del sector se mueven con rapidez. Alfredo Coto aparece como el favorito, con un equipo encabezado por su hijo Germán y asesorado por la consultora S+R junto a la exdirectiva Isela Costantini. La apuesta de Coto apunta a ganar escala nacional y reforzar su presencia en los segmentos donde Carrefour ya tiene operaciones consolidadas, como la red de tiendas Express en ciudades y barrios.

Sin embargo, la pulseada está lejos de ser un trámite. Francisco de Narváez, dueño de ChangoMás, trabaja para disputarle la compra. Desde que adquirió Walmart en 2020, viene ampliando su participación en el mercado y ahora busca dar un salto mayor. Fuentes financieras aseguran que ya está gestionando créditos para financiar la operación y que su objetivo es integrar los distintos formatos de supermercados bajo una misma estrategia.

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El tercer competidor es la familia Braun, propietaria de La Anónima, que avanza con menor exposición pública pero con un plan firme. Aunque su presencia está más concentrada en la Patagonia, el ingreso a Carrefour le permitiría dar un salto de escala en todo el país. “El atractivo está en los activos inmobiliarios y en el banco propio que posee la cadena”, explican en el sector.

El interés no es casual. Carrefour Argentina cuenta con 17.000 empleados, 690 sucursales distribuidas en 22 provincias y 100 municipios, además de un banco propio y terrenos estratégicos. Estos números lo convierten en un objetivo codiciado para cualquier jugador que busque expandirse con rapidez en un mercado cada vez más competitivo.

Pero la operación trae consigo condiciones que complican el camino. Una de ellas es la prohibición de seguir usando la marca Carrefour en Argentina, lo que obligará al futuro comprador a relanzar la cadena bajo otra identidad comercial. A eso se suma la gestión de miles de juicios laborales potenciales, un pasivo que puede afectar el precio final y condicionar la negociación.

Desde la casa matriz en Francia, la decisión ya está tomada. El CEO Alexandre Bompard busca replegar la compañía hacia mercados considerados estratégicos, como Francia, España y Brasil. Argentina quedó al margen por su tamaño reducido —calculan un mercado real de entre 20 y 25 millones de habitantes— y por los problemas crónicos de consumo e inflación que deterioraron la rentabilidad de la filial.

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La salida de Carrefour es también una señal para el mercado argentino. Con márgenes cada vez más finos y un consumo limitado por la caída del poder adquisitivo, sostener operaciones a gran escala resulta más difícil para las multinacionales. En este contexto, son los grupos locales quienes ven la oportunidad de crecer y consolidar posiciones.

Para Coto, quedarse con Carrefour significaría reforzar su presencia en zonas donde aún no tiene llegada plena y potenciar el formato Express, que se convirtió en un pilar de las ventas en barrios y ciudades medianas. Para De Narváez, la integración con ChangoMás abriría la puerta a mejorar la negociación con proveedores y diversificar su oferta. Para los Braun, en tanto, la jugada representaría una expansión histórica más allá de su base patagónica.

La pulseada recién comienza. El futuro de Carrefour en Argentina dependerá no solo de la capacidad financiera de los interesados, sino también de la estrategia que propongan para relanzar la cadena bajo otra marca y enfrentar un contexto económico adverso. Mientras tanto, los 17.000 empleados y miles de proveedores miran con atención el desenlace de una de las operaciones más resonantes del año.