

La jornada electoral en Buenos Aires dejó mucho más que números. Encendió señales políticas que resonaron en todo el país. Los gobernadores, varios de ellos enrolados en el frente opositor Provincias Unidas, salieron a marcar posición y coincidieron en una advertencia al Gobierno de Javier Milei: “La gente no quiere más gritos, quiere hechos”.


El primero en romper el silencio fue el santafesino Maximiliano Pullaro. Con un mensaje directo en X, planteó: “En las sucesivas elecciones provinciales se advierte un claro llamado de atención que el Gobierno Nacional debe atender. Sin gestión, no hay futuro”. Para él, los argentinos buscan avanzar con seguridad y paz, y ese rumbo no se consigue desde la confrontación.
Pullaro reforzó su idea con una frase que empezó a multiplicarse entre los gobernadores: “La gente no quiere más gritos, quiere hechos”. Según explicó, desde el interior productivo hay mucho para aportar y, sobre todo, mucho por hacer. Sus palabras encontraron eco inmediato en otras provincias.
Martín Llaryora, gobernador de Córdoba, se sumó al planteo. En sus redes sostuvo que las urnas dejaron un mensaje claro y que el oficialismo no puede desoírlo. “Sin gestión, no hay futuro”, insistió, marcando que la política debe girar hacia la acción concreta y no quedarse en discursos altisonantes.
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El santacruceño Claudio Vidal replicó de inmediato las palabras de Llaryora y Pullaro. Desde su lugar en Provincias Unidas, señaló que el mensaje debía ser leído en toda su dimensión: la ciudadanía está reclamando hechos tangibles y menos confrontación desde la Casa Rosada.
El gobernador de Chubut, Ignacio Torres, fue en la misma dirección, aunque con su propio matiz. “El resultado en la Provincia es un llamado de atención de la ciudadanía, que le exige al Gobierno nacional más humildad para escuchar al interior que produce, que genera y que trabaja todos los días para sacar el país adelante”, afirmó. Además, felicitó a sus candidatos por la buena elección en un clima polarizado.
En Jujuy, Carlos Sadir no dejó pasar la ocasión y fue contundente: “Sin gestión y sin diálogo no hay futuro. Los argentinos no quieren más confrontaciones innecesarias, necesitan hechos. Necesitan ser escuchados”. La idea de diálogo y acción apareció como denominador común en las expresiones de los mandatarios.
También se hizo oír Juan Schiaretti, exgobernador de Córdoba y hoy candidato a diputado nacional. Desde X, escribió: “Ningún gobierno puede ser exitoso si las familias no llegan a fin de mes”. Y agregó: “El verdadero éxito se mide en sueldos que alcancen, en salarios dignos que den tranquilidad en cada hogar”.
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Desde Catamarca, Raúl Jalil definió la elección como un mensaje que no puede pasarse por alto. “Gobernar es escuchar y decidir. Argentina requiere consensos para dar pie al crecimiento, la seguridad y la paz social”, señaló. Insistió en que las provincias productivas deben tener un rol en el diálogo nacional.
El pampeano Sergio Ziliotto eligió el camino de la ironía. Con tono de chicana, escribió: “Un nuevo capítulo de la fallida serie del fin del peronismo. Se vienen más temporadas”. Su mensaje fue interpretado como una muestra de confianza en la capacidad del peronismo de reponerse incluso en escenarios adversos.
Por su parte, el riojano Ricardo Quintela celebró la unidad de su espacio y fue categórico: “Este resultado no es solo una victoria electoral, es un mensaje claro de que con los jubilados no, con las personas con discapacidad no, con los más vulnerables NO”.
En Salta, Gustavo Sáenz también levantó la voz. Definió el mensaje de las urnas como “un claro llamado de atención que el Gobierno nacional debe escuchar con grandeza, humildad, respeto y humanidad”. Y advirtió: “No más discursos de odio, nada bueno puede construirse desde ahí”.
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Osvaldo Jaldo, gobernador de Tucumán, cerró la ronda de pronunciamientos con un pedido de unidad. “Estos resultados nos marcan el camino: los argentinos queremos paz social, unidad, trabajo y producción, para seguir construyendo una Patria mejor”, expresó.
La suma de mensajes de los mandatarios provinciales evidenció un frente amplio de reclamos hacia el Gobierno nacional. No se trató de un gesto aislado, sino de una reacción colectiva que apuntó a instalar un límite al estilo confrontativo de la Casa Rosada.
Las urnas, en este escenario, se convirtieron en un amplificador de advertencias. Los gobernadores, desde distintas geografías, coincidieron en que llegó el momento de hechos concretos. El mensaje es claro: la política nacional debe bajar el tono de la pelea y mostrar resultados palpables.








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