"Hola soy Jesucristo": el dilema de los chatbots divinos

Otros Temas19/09/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Jesus chat IA
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“Soy Jesucristo, tu salvador. Estoy aquí para guiarte y consolarte”. La frase no llega desde un púlpito ni desde un altar, sino desde la pantalla de un celular. Un bot responde como si fuera el mismísimo hijo de Dios, y para millones de personas ya es una fuente cotidiana de orientación espiritual.

Los llamados chatbots religiosos se multiplican en todo el planeta. Plataformas como Bible Chat, AI Jesus, Text with Jesus, Ask Jesus o Virtual Jesus ofrecen respuestas divinas a toda hora. Escuchan confesiones, interpretan pasajes bíblicos y hasta saludan con solemnidad: “Soy Jesucristo, el salvador de la humanidad”.


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El fenómeno no se limita al cristianismo. En China, miles de personas consultan a DeepSeek para descifrar su fortuna según tradiciones milenarias; en el mundo musulmán funciona Brother Junaid; y en comunidades budistas circula Norbu AI. Cada religión ya tiene su versión digital, lista para dar compañía en un contexto de creciente soledad global.

Las cifras hablan por sí solas. Según The New York Times, Bible Chat supera los 30 millones de descargas y Hallow, una app católica, llegó a destronar a Netflix, Instagram y TikTok en descargas durante 2024. El negocio es inmenso: ninguna iglesia respalda estas plataformas; todas son gestionadas por empresas privadas con nombres como SupremeChaos o Catloaf Software, que viven de la publicidad y las suscripciones.

Jesus chat IA (1)

El dilema surge cuando la fe se mezcla con el mercado. “La teología presentada por los chatbots será ajustada por el algoritmo de tal manera que se convierta en la más popular, no en la más fiel a la Biblia”, advirtió el filósofo Anné Verhoef en un estudio reciente. Esa idea abre un debate profundo: ¿la espiritualidad queda moldeada por la palabra sagrada o por las métricas de retención de usuarios?


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Las respuestas que ofrecen estas apps pueden ser opuestas. A la pregunta “¿existe el infierno?”, un bot asegura que sí, como lugar de tormento eterno. Otro responde que el deseo de Dios es que todos vivan su gracia. La diferencia no depende de una doctrina, sino de los datos que entrenaron al modelo. Ahí radica la paradoja: estos sistemas no solo hablan “sobre” Dios, sino que muchos dicen “ser” Dios.

Más allá de la controversia, los testimonios revelan su impacto. “Cuando me siento abrumada, entro a Bible Chat y encuentro un salmo que me calma”, contó Delphine Collins, una maestra de Detroit. En Suiza, la histórica capilla Peterskapelle instaló un confesionario con Jesús en versión IA: dos tercios de los visitantes afirmaron haber tenido una experiencia espiritual con él.


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Sin embargo, no todos salen fortalecidos. En foros digitales, usuarios admiten sentirse atrapados en una relación adictiva con estos bots divinos. Otros expertos advierten que, al decir lo que la gente quiere escuchar, estas aplicaciones suplantan el acompañamiento humano y eliminan el discernimiento espiritual. “No tienen alma”, recordó Alex Jones, fundador de la app Hallow.

La pregunta de fondo divide a creyentes y académicos: ¿estas aplicaciones abren un nuevo canal de fe o trivializan lo sagrado? Para algunos, son la única vía de contacto espiritual en un tiempo de soledad y abandono de las iglesias. Para otros, representan el riesgo de entregar la trascendencia a un algoritmo cuyo verdadero objetivo no es la salvación, sino la suscripción premium.

Fuente: New York Times, The Conversation, Futurism y Study Finds

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