Los aranceles de Trump golpean en la pesca y en el aluminio
La industria pesquera y la del aluminio en Argentina enfrentan una nueva tormenta. Estados Unidos oficializó la aplicación de un arancel adicional del 10% sobre todos los bienes provenientes del país. La medida golpea de lleno a las dos principales economías regionales de la Patagonia. El impacto directo se sentirá en los puertos y en las plantas, en los barcos y en las fábricas.
La pesca ya mostraba síntomas de crisis. China no compra langostino de la zona FAO 41. Europa achicó su demanda y paga precios bajos. Los costos internos se mantienen altos. La inflación encarece los insumos. El tipo de cambio está retrasado. Las retenciones siguen activas. La presión impositiva no cede. Y ahora se suma el arancel estadounidense. “Nos pegan en un momento de extrema debilidad”, advierten los exportadores.
En 2024, Estados Unidos se consolidó como el tercer destino de productos pesqueros argentinos. Se exportaron 30.331 toneladas por un valor de 207,6 millones de dólares. La cifra representa el 6% en volumen y el 10% en ingresos. Es un mercado exigente, pero estable. La Merluza negra, el langostino procesado y la Anchoíta son los productos estrella.
“Nos piden productos con valor agregado. Nada de bloques ni langostino entero”, detallan desde las plantas. El EZP, el PTO y el PND son los formatos más requeridos. Ese nivel de procesamiento exige tecnología, inversión y tiempo. Con márgenes bajos, muchas plantas no logran sostener la producción. Algunas ya recortaron turnos. Otras evalúan suspensiones.
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En paralelo, el aluminio vuelve a estar en la lista negra. La industria metalúrgica ya había sufrido restricciones durante el gobierno de Trump. Ahora, la nueva administración mantiene esa política. La planta de Aluar en Puerto Madryn exporta más del 80% de su producción. Gran parte va a Estados Unidos. El arancel del 10% encarece el producto y lo deja fuera de competencia.
“Nos sacan del mercado. El aluminio argentino no puede competir con esas condiciones”, dicen desde la empresa. El impacto se sentirá en las líneas de producción. En los trabajadores. En los proveedores. Y en toda la cadena que vive de la actividad. La empresa ya solicitó reuniones con Cancillería. Pero la medida empieza a regir el 5 de abril. El tiempo es escaso.
Desde el gobierno nacional iniciaron contactos diplomáticos. El canciller Gerardo Werthein habló con el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick. “Vamos a revisar las asimetrías. Vamos a resolver las diferencias”, aseguró el funcionario argentino. El objetivo es abrir una negociación para evitar el daño total. Pero no hay garantías de éxito.
La Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA) confirmó que los aranceles afectarán de forma directa a sectores como la pesca, el vino, la carne y los alimentos procesados. “Exceptuaron al petróleo, al oro y al litio. Todo lo demás quedó expuesto”, señala el informe.
En la reciente feria Seafood Expo North America, en Boston, la preocupación era evidente. Las cámaras empresarias anticipaban una movida agresiva desde Washington. La confirmación llegó esta semana. “Nos meten un 10% más y nos achican el mercado”, repiten desde los stands. La noticia arrasó con expectativas y contratos en marcha.
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Las exportaciones de pesca a Estados Unidos se mantuvieron estables en los últimos años. En 2023 fueron 27.290 toneladas. En 2022, 29.739. En 2021, 31.797. La tendencia era positiva. Pero el nuevo escenario puede alterar todo. Los compradores norteamericanos ya plantean la necesidad de revisar precios y volúmenes.
En el caso del aluminio, la caída puede ser más profunda. El mercado estadounidense representa una parte clave de las divisas que ingresan por esa vía. Las alternativas no son muchas. Europa impone controles. Asia no siempre paga bien. América Latina no absorbe grandes volúmenes. Y los costos de transporte complican otros destinos.
“Con este arancel perdemos clientes, volumen y previsibilidad”, afirman. La planta es la principal fuente de trabajo de la ciudad. Una retracción en la producción puede impactar en miles de familias. El sindicato ya solicitó reuniones con la empresa y el gobierno provincial. Temen un escenario de recortes.
Las provincias del sur también prendieron las alarmas. El gobernador de Chubut pidió a Nación una estrategia clara. Reclama un fondo de compensación para mitigar el impacto en las economías regionales. Las cámaras empresarias lo apoyan. “El país necesita dólares. Esto nos resta competitividad”, explican.
Los analistas económicos advierten que el arancel encarecerá los productos en destino. El consumidor norteamericano pagará más por pescado y aluminio. Eso puede reducir el consumo. Y generar una caída en la demanda. Un golpe doble. En origen y en destino. Sin amortiguadores.
“Este arancel castiga a quienes cumplen. Argentina exporta productos de calidad. Procesados. Con trazabilidad. Con controles sanitarios. No se entiende la medida”, protestan desde el sector pesquero. En Madryn, en Deseado, en Ushuaia, el mensaje se repite. La bronca crece.
El sector privado pide una reacción urgente. Coordinación. Diplomacia firme. Incentivos para sostener la producción. “No podemos perder lo que tanto costó conseguir”, reclaman. La pesca y el aluminio son emblemas del sur. No pueden quedar a la deriva.