La historia narco de puertos pesqueros: Mar del Plata y los operativos que marcaron una era

Por Sergio Bustos

Mi Archivo01/11/2025

La historia del narcotráfico en los puertos pesqueros

Desde 1987, los puertos argentinos, en especial el de Mar del Plata, fueron escenario de algunos de los operativos antidroga más resonantes del continente. Anchoas, langostinos y merluza ocultaron toneladas de cocaína destinadas a Europa y Estados Unidos.

Que la Argentina es plataforma de salida de drogas hacia el exterior no es ninguna novedad. El informe anual de la United Nations Office on Drugs and Crime —UNODC— la califica como el tercer exportador de cocaína en Latinoamérica, detrás de Brasil y Colombia. Desde el reciente hallazgo de 110 kilos de cocaína escondidos en una planta procesadora de langostinos en Puerto Madryn, procedente de Mar del Plata y con destino España, volvieron a reactivarse los fantasmas de una historia larga y documentada. Las exportaciones de pescado congelado han sido utilizadas durante décadas como camuflaje para sacar droga al exterior, ante la fragilidad de los controles portuarios y la impunidad construida por una combinación de negocios, empresas fantasmas y falta de voluntad política.

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El primer antecedente de gran escala fue la llamada “Operación Anchoas”. En julio de 1987, un grupo integrado por Carmelo Alberto Capone-Mazzeo, Carlos Alberto Díaz Gómez, Daniel Fernando Pena López y Roberto Alcaino Báez logró enviar 50 kilos de cocaína camuflados en latas de anchoas desde el puerto de Mar del Plata al puerto de Filadelfia, en Estados Unidos. Aquel envío fue exitoso. A principios de 1988 repitieron la maniobra con 200 kilos más, también ocultos en conservas marinas. Pero el 7 de septiembre de ese año, el plan se vino abajo: un cargamento de 1.117 kilos de cocaína fue detectado en Filadelfia. El barco que transportaba la carga se llamaba “Democracy” y pertenecía a la empresa Andes Trading Company, de Gómez y Alcaino. La DEA ya estaba al tanto. Alcaino fue arrestado en Nueva York, y Gómez fue detenido en Argentina. La acusación formal contra este último llegó el 31 de agosto de 1989. El 26 de noviembre de 1995, Gómez fue liberado. Capone-Mazzeo logró mantenerse prófugo hasta 2011, cuando fue atrapado en Palma de Mallorca, España. La estructura logística incluía empresas legales, firmas de fachada y plantas pesqueras habilitadas para exportar.

El 12 de julio de 1988 —dos meses antes del tercer cargamento de la Operación Anchoas— se conoció la “Operación Langostino”, considerada la primera gran causa de narcotráfico de la historia judicial argentina. En ese operativo se secuestraron 587 kilos de cocaína de alta pureza ocultos en cajas de langostinos y mariscos que tenían como destino los Estados Unidos. La mercadería fue detectada en Avellaneda, aunque el origen era nuevamente Mar del Plata. Según determinó la DEA, la operación fue coordinada por el colombiano John Alberto Arroyave Arias, quien oficiaba como enviado del cartel de Medellín para controlar el embarque. La Justicia argentina lo condenó a 13 años de prisión, que cumplió en la cárcel de Villa Devoto. La causa también salpicó al dirigente del SOMU Emilio José Puerto, que recibió una pena de 12 años, y a varios empresarios vinculados con Jorge Antonio, histórico amigo de Juan Domingo Perón y propietario de la pesquera Estrella de Mar.

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La historia de Arroyave no terminó ahí. En 1993, durante una breve excarcelación gestionada por el abogado Mateo Corvo Dolcet, ayudó a la viuda y a los hijos de Pablo Escobar a establecerse en la Argentina, con nuevas identidades provistas por el Estado colombiano. Años más tarde, su nombre volvió a aparecer en el expediente 45/2017 del juez federal de Morón, Néstor Barral, cuando fueron procesados Mauricio “Chicho” Serna, María Isabel Santos Caballero (viuda de Escobar) y su hijo Sebastián Marroquín. El vínculo entre Arroyave y Corvo derivó además en una nueva ruta financiera del narcotráfico internacional, centrada en el emprendimiento inmobiliario Insula Urbana, en Pilar.

El siguiente gran episodio ocurrió en junio de 2005, cuando la policía belga incautó 520 kilos de cocaína escondidos en merluza congelada. El cargamento había sido enviado desde Mar del Plata y tenía como destino Hungría. Las firmas implicadas fueron Plancton y Ardapez, esta última responsable del permiso de exportación. Por este caso, fueron imputados un delegado gremial y dos empresarios pesqueros. El operativo fue denominado en algunos medios como “Pez Blanco”.

En marzo de 2006 se desplegó la “Operación Merluza Blanca”, que volvió a tener como epicentro los circuitos logísticos de Mar del Plata. En febrero de ese año, detectives hallaron 203 kilos de cocaína escondidos en depósitos fiscales de Villa Lugano. Un mes después, el juez federal Alejandro Castellanos ordenó la apertura de 18 contenedores en Puerto Nuevo, Buenos Aires. Allí se secuestraron otros 330 kilos más. La maniobra combinaba plantas de congelado en la costa atlántica con exportadoras e importadoras ficticias. Los detenidos fueron Juan Gea, Eduardo Escudero y Manuel Kleiman. Las empresas involucradas eran Atlantic Sea SA en Argentina y Korbler SRL en España.

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En julio de 2012, el entonces canciller Rafael Bielsa, como presidente de la Comisión Interamericana contra el Abuso de Drogas de la OEA, encabezó en Buenos Aires una cumbre hemisférica sobre narcotráfico marítimo. Más de una década después, no hay registro público de avances concretos. La subsecretaría SEDRONAR continúa acéfala, y los controles siguen siendo burlados con facilidad. Un informe reciente de la Auditoría General de la Nación reveló que los puertos de Buenos Aires, Campana y San Lorenzo no cuentan con escáneres capaces de distinguir entre elementos orgánicos e inorgánicos, lo que impide detectar cocaína oculta en productos como el pescado.

En junio de 2020, un nuevo operativo reavivó la trama. En la planta Poseidón, de Puerto Madryn, fueron hallados 110 kilos de cocaína dentro de cajas de langostinos enviados desde Mar del Plata. El hallazgo fue fortuito. El dueño de la planta, un ex estibador reconvertido en empresario, está bajo sospecha. Se mencionó la existencia de órdenes de captura contra dos empresarios españoles, pero hasta el momento no hay detenidos.

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Los casos se repiten. En 2010, el operativo Estrella Blanca secuestró 120 kilos de cocaína en Santa Clara del Mar. En 2013, un envío desde Mar del Plata llegó a Puerto Madryn con 110 kilos. Ese año se incautaron también 200 kilos de marihuana durante el operativo Margarita Verde. En 2015, el operativo Marea Verde detuvo a ocho personas con tres toneladas de marihuana con destino Mar del Plata. La Operación Milonguita reveló un entramado de bandas que traficaban cocaína en la ciudad. En 2019, un nuevo Poseidón dejó al descubierto una organización familiar que operaba entre Mar del Plata, Tigre y Posadas, con drogas, armas, autos de alta gama y dinero lavado.

El 18 de diciembre de 2021, un hombre fue detenido en la ruta 2 con 100 kilos de marihuana. Tres semanas después, un DJ y un cambista fueron apresados con 250 pastillas de éxtasis destinadas a fiestas electrónicas. El pescado, en tanto, sigue siendo el mejor camuflaje. La estructura pesquera, con plantas habilitadas para exportar, controles laxos de SENASA y Aduana, escasa trazabilidad documental y logística descentralizada, constituye la cobertura ideal. Los exportadores de droga lo saben. En los puertos, todos conocen el mecanismo. Lo que falta, siempre, es la decisión política de frenarlo. Mientras tanto, la cocaína sigue saliendo con destino a Europa y Estados Unidos. Y el pescado sigue viajando como si nada.