Pirámide
En 1986, el buzo japonés Kihachiro Aratake descubrió una mole sumergida frente a la isla de Yonaguni. Lo que parecía una formación rocosa terminó convirtiéndose en uno de los enigmas más comentados de la arqueología.
La estructura, bautizada como “Monumento de Yonaguni”, muestra ángulos rectos, terrazas y escalones que parecen diseñados por manos humanas. Muchos creen que se trata de una pirámide construida hace más de 10.000 años.
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Desde aquel hallazgo, arqueólogos, geólogos y buzos de distintos países viajaron al lugar. Yonaguni se transformó en un atractivo turístico y un laboratorio a cielo abierto bajo el mar.
El gran debate gira en torno a su origen. Algunos especialistas sostienen que es la huella de una civilización desconocida, lo que cambiaría de raíz las cronologías aceptadas.
Otros investigadores, en cambio, aseguran que los ángulos regulares se deben a la erosión, los movimientos sísmicos y las corrientes marinas, fenómenos comunes en esa región del Pacífico.
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El misterio de Yonaguni suele compararse con otro hallazgo polémico: Gunung Padang, en Indonesia, considerada la pirámide más antigua del planeta. Estudios recientes sugieren que tiene 27.000 años, mucho antes de Egipto.
Esa montaña escalonada de Java Occidental está formada por bloques de basalto y terrazas utilizadas con fines ceremoniales. Su datación generó discusiones en la comunidad científica, pero alimentó la hipótesis de sociedades mucho más antiguas.
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En distintas partes del mundo surgen relatos similares. La ciudad sumergida de Dwarka, en la India, o las estructuras hundidas frente a Cuba, también aparecen como pruebas de que el mar podría ocultar restos de culturas olvidadas.
Lo cierto es que, más allá de las hipótesis, el Monumento de Yonaguni sigue atrayendo buzos, turistas y científicos, que descienden a esas aguas con la esperanza de encontrar respuestas a un enigma que lleva casi cuatro décadas sin resolverse.
Fuente: El Cronista
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