
Jabalíes sin freno: proponen caza todo el año para evitar una crisis sanitaria y productiva
Actualidad08/10/2025
Sergio Bustos
La población de jabalíes avanza sin control en Argentina y ya cubre 16 de las 24 jurisdicciones. Introducida en 1906, la especie invasora se multiplicó a un ritmo acelerado y hoy genera pérdidas económicas que van de 907 a 1.380 millones de dólares anuales, además de dañar cultivos, atacar fauna nativa y transmitir enfermedades zoonóticas.


Ignacio Celedon, veterinario especializado en Inocuidad y Calidad Agroalimentaria, explicó que el país no tiene un plan nacional de control ni de erradicación. Cada provincia aplica reglas distintas: Córdoba cuenta con una normativa efectiva, Buenos Aires y Entre Ríos imponen limitaciones, y San Juan directamente prohíbe la caza. “Si se logra contener en un lugar, habrá una gran cantidad de animales en otro”, advirtió.
El especialista propone autorizar la caza todo el año, sin límite de ejemplares, con especial foco en las hembras. “La materia prima de esta fábrica son las hembras. Controlando su población se reduce la cantidad de crías”, señaló. Hoy, los cazadores priorizan los machos como trofeo, lo que no impacta sobre el crecimiento poblacional.
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El desinterés político agrava el problema. “No es un tema que tenga fuerza política. A nadie le importa hasta que ocurra un accidente o aparezca una enfermedad como la Peste Porcina Africana”, sostuvo Celedon.
El avance no se limita al campo. En Bariloche, la problemática estalló cuando los jabalíes afectaron el Llao Llao. En pueblos menos turísticos, como Luis Beltrán, los animales ya caminan por el centro de las localidades sin que nadie actúe.
Según Celedon, los cazadores cumplen un rol central en el control, aunque las trampas son más efectivas. “Hay que darles un lugar dentro de una normativa clara, donde puedan colaborar”, afirmó.
Alemania y Polonia son ejemplos exitosos: enfrentaron brotes de Peste Porcina Africana y aplicaron programas de caza con trampas en todas las zonas, incluyendo parques naturales. Buenos Aires habilitó la caza plaguicida, pero la restringe en áreas protegidas, lo que limita los resultados.
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En la Patagonia, la situación empeora. El jabalí se desplazó hacia Chubut y empezó a atacar colonias de pingüinos y tortugas, afectando ecosistemas frágiles. Sin control efectivo, la población continúa expandiéndose hacia nuevas zonas.
La expansión territorial es lógica: al aumentar la población en un área, los animales migran en busca de agua y refugio, colonizando espacios donde antes no estaban. Hoy, cubren entre el 60 y el 70% del país.
Los productores reclaman pero no actúan. Muchos consideran caras las trampas, que van de 1.500 a 3.000 dólares, y esperan que el Estado intervenga. Al mismo tiempo, el Estado espera acciones privadas. “Es una inacción mutua”, resume el veterinario.
La solución, plantea Celedon, debe integrar a productores, cazadores y autoridades. “Sin un marco legal no hay solución. No hay trampas, no hay cazadores y la población sigue creciendo”. Además del daño económico y ambiental, el riesgo sanitario es grave: enfermedades como la triquinosis, la brucelosis o la peste porcina pueden afectar a humanos y animales domésticos.
Sin una estrategia nacional coordinada, la plaga seguirá avanzando y aumentando sus impactos. El especialista insiste en aplicar medidas urgentes antes de que el costo ambiental, productivo y sanitario sea irreversible.




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